La Coordinación Nacional de Seguridad Civil dijo que se evitará realizar las tradicionales concentraciones en las calles, para que no se presenten aglomeraciones que puedan provocar un riesgo mayor para la salud por contagios del nuevo coronavirus.
Desde el gran terremoto de 1985, que dejó más de 10.000 muertos según los balances no oficiales, y destruyó por completo decenas de barrios y unidades residenciales en la capital mexicana, las autoridades instituyeron estos simulacros masivos.
"Los planes de protección colectiva, las mochilas de emergencia y los simulacros son medidas indispensables porque nos permiten que la población esté preparada", explicó Pinto sobre los objetivos preventivos ante desastres naturales de este año.
Según el funcionario, millones de mexicanos ya saben que deben mantener en sus casas una mochila de emergencia, en un lugar a la mano, que les permita sacarla de inmediato cuando se presenta un sismo.
En cada mochila de emergencia se guardan medicamentos de uso frecuente, fotocopias de los documentos de identidad y documentos importantes, agua, alimentos no perecederos y una frazada, linterna y radio, así como los elementos que puedan ser indispensables para una emergencia.
"La posibilidad de que se presenten sismos de gran intensidad en Ciudad de México siempre es muy grande y por eso la necesidad de mantener las medidas de precaución", agregó Pinto.
El recuerdo más trágico
Hace 35 años el epicentro del devastador terremoto de 8,1 de intensidad se localizó en el océano Pacífico mexicano, en la desembocadura del río Balsas, en la costa del estado de Michoacán, a una profundidad de 15 kilómetros.
Los simulacros permiten que la gente identifique cuáles son las rutas de evacuación, pensar cada paso que debe hacer y programarse mentalmente para realizarlos en caso de un gran terremoto.
En 2017, la jornada de simulacro se convirtió en un ejercicio real cuando la ciudad fue sacudida por un terremoto de 7,1 grados que provocó la muerte de más de 360 personas y la caída de varios edificios, especialmente en la colonia Roma, que también fue una de las más afectadas en 1985.
"Todos sabemos que Ciudad de México está edificada sobre sedimentos blandos de los antiguos lagos disecados, estos sedimentos provocan una gran amplificación de las ondas sísmicas", explicó a Sputnik el investigador del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Víctor Cruz.
Por eso los ejercicios de prevención se han convertido en un estrategia a la que muchos capitalinos están acostumbrados.
El más reciente simulacro se realizó el 20 de enero, y según Protección Civil participaron habitantes de más de 100.000 viviendas y edificaciones.
En el terremoto más reciente, el de 2017, la duración de la sacudida se prolongó durante 37 segundos, mientras que en algunas zonas el remezón duró casi un minuto.
Los científicos han identificado que las diferencias están marcadas por la fortaleza de cada sismo, la composición del terreno, pero también por la forma como las ondas sísmicas se refuerzan en algunos lugares.
"Estos avances son muy importantes para prevenir los efectos en sismos futuros", explica el ingeniero y geólogo Cruz.
Mediante un sistema de monitores en tiempo real los expertos han logrado identificar la forma cómo el movimiento provocó daños diferenciados en las distintas zonas de la megalópolis.
En 2001 el entonces presidente Vicente Fox instituyó el 19 de septiembre como el Día Nacional de la Protección Civil, como preparación ante los desastres naturales.