"Estamos dispuestos a conversar con las autoridades acerca de cómo y cuándo dejaría la presidencia Lukashenko", anunció el 16 de agosto el centro de campaña de Tijanóvskaya.
Refiriéndose a la represión de las protestas postelectorales, el centro subrayó que "el horror y el baño de sangre que las autoridades han desatado en las calles de nuestras ciudades jamás deberían repetirse".
Los coidearios de Tijanóvskaya avalaron los llamados a la huelga que se escuchan estos días en Bielorrusia.
Las colectividades laborales, según ellos, han de exigir "una liberación inmediata e incondicional de todos los detenidos y presos políticos, retirar las tropas y la policía antidisturbios de las ciudades, llevar ante la justicia a los funcionarios de cuerpos de seguridad y otras personas que dieron la orden de golpear, disparar y torturar a civiles, así como entablar diálogo con un equipo de negociadores sobre el traspaso pacífico del poder".
Alexandr Lukashenko, que gobierna Bielorrusia desde 1994, logró el sexto mandato al obtener el 80% de los votos en las presidenciales del 9 de agosto, frente al 10 por ciento de la principal candidata opositora Svetlana Tijanóvskaya, según el escrutinio oficial.
La oposición se negó a reconocer este resultado al afirmar que Tijanóvskaya habría conseguido entre el 70% y el 80% de los apoyos.
Tras varios días de manifestaciones callejeras, que chocaron con una violenta represión policial y se saldaron con al menos 6.500 detenidos, centenares de heridos y al menos un muerto, en Bielorrusia se iniciaron también las acciones de protesta en importantes plantas industriales y otras empresas.
Lukashenko sostiene que la situación en Bielorrusia se debe a una "injerencia externa" que sigue las pautas de "revoluciones de colores".