Los manifestantes portaban tambores y toda clase de objetos para hacer ruido y en esta ocasión no hubo oradores. La marcha transcurrió sin incidentes graves bajo la atenta mirada de la Policía, que cerró algunas calles.
Los organizadores dijeron: "A la sombra del coronavirus, el Gobierno del procesado Netanyahu está intentando atacar la democracia. El Gobierno, liderado por un criminal, no tiene legitimidad para perjudicar a la democracia".
Los organizadores añadieron: "El acusado Netanyahu debería abandonar la casa del primer ministro y no le deberían transferir más poderes. Las últimas semanas han probado que el criminal acusado está ocupado de la mañana a la noche con su juicio y no tiene tiempo para abordar la epidemia o la economía".
La Policía aprobó la petición de los manifestantes de dirigirse a la Knéset después de una semana de protestas continuadas ante la residencia oficial de Netanyahu y en otros puntos de Jerusalén y del país.
La marcha hacia la Knéset se inició aproximadamente una hora después de que comenzara la concentración inicial.
La Policía dijo que debía encontrarse un equilibrio entre el derecho a la libertad de expresión y el mantenimiento del orden público, teniendo siempre presentes las regulaciones sanitarias debido a la pandemia.
Los restauradores protestaban contra las medidas anunciadas por el Gobierno en los últimos días contrarias a la apertura de los restaurantes y que de momento no se están aplicando debido a que la comisión del Coronavirus de la Knéset las ha neutralizado.
Otro sector de las protestas estuvo integrado por los trabajadores autónomos que en algunos casos no han podido volver al trabajo desde que se inició la pandemia y han visto reducidos o suprimidos completamente sus ingresos desde entonces.
"Nos tratan como a muñecos y por eso hemos perdido la confianza en el Gobierno", dijo un manifestante.
En general todos los concentrados protestaban o bien por la gestión de la crisis económica o bien por la corrupción del Gobierno.