La combinación del aislamiento forzado, sus subsiguientes dificultades socioeconómicas y el deterioro de la salud psicosocial causada por dicha medida "podrían tener efectos duraderos en la salud metabólica", consideran científicos daneses en un artículo publicado en Nature Reviews.
Además del estrés psicológico causado por la pandemia global, el empeoramiento de las condiciones socioeconómicas puede generar sentimientos de ansiedad, mientras que la falta de interacción social debido al distanciamiento obligatorio hace crecer el sentimiento de soledad. Los científicos apuntan que el deterioro de la salud psicosocial puede tener un efecto negativo en el comportamiento relacionado con los alimentos.
"Se sabe que las reacciones de estrés psicosocial aumentan la ingesta de energía y que las personas con interacciones sociales limitadas tienen un mayor riesgo de desarrollar obesidad", subrayan los autores de artículo.
Los científicos ponen de relieve, además, que el confinamiento altera nuestra exposición a los estímulos alimentarios, lo que podría comprometer la restricción cognitiva de un individuo e intensificar el comportamiento de alimentación impulsiva.
Otro hecho que podría colaborar al aumento de los casos de obesidad durante la cuarentena es el cierre de gimnasios y la interrupción de la práctica de deportes organizados. En combinación con la necesidad de distanciamiento físico, estas condiciones podrían dificultar el mantenimiento de un estilo de vida activo.
Para los científicos, aunque las inseguridades psicosociales causadas por el lockdown puedan ser temporales, incluso breves períodos de consumo excesivo de calorías pueden tener efectos negativos sostenidos con relación a la obesidad y la salud metabólica. Una posible solución para evitar una epidemia de obesidad, según los autores del artículo, es la implementación de medidas gubernamentales que aborden el problema.