Recientemente, Laborda, ha publicado el libro Tus defensas frente al coronavirus, donde explica los fundamentos del sistema inmunitario y cómo este reacciona frente a la infección por este tipo de virus y otros patógenos para protegernos y producir una diversidad de síntomas dependiendo de los genes de cada persona. Todo ello, huyendo de tecnicismos con un lenguaje entendible para la sociedad.
Como investigador ha trabajado en varios centros de Francia y Estados Unidos, en particular en el Centro para la Investigación y la Regulación de Productos Biológicos (CBER) de aplicación terapéutica, de la agencia de Administración de Alimentos y Medicamentos del gobierno de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés).
—Un reciente estudio concluye que la gripe de febrero enmascaró la llegada del coronavirus a España. ¿Está de acuerdo con esta afirmación? ¿Cuándo cree que llegó el virus a España?
—Dada la similitud entre algunos síntomas de la gripe y de la enfermedad COVID-19, esto es una posibilidad. Esos pocos casos iniciales incontrolados podrían haber acelerado la dispersión del virus, no solo en España, sino en todos los países, porque esta confusión pudo producirse desde el inicio de la pandemia.
—Usted sostiene que los científicos vieron venir la pandemia, pero que se prefirió no alarmar a la población, ¿hicieron bien o se tomó una decisión equivocada?
—Explíqueme un poco más este hecho, ¿cuándo lo vieron venir? ¿Se avisó al resto de países?
—La primera advertencia seria de la que tuve noticia fue en el programa de divulgación científica Science Friday emitido el viernes 31 de enero. En este programa, el inmunólogo Kristian Andersen y autor de un muy citado artículo sobre el SARS-CoV-2, y el especialista en enfermedades infecciosas, Michael Osterholm, director del Centro para la Investigación y Prevención de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota, advertían de que la dinámica de contagio que habían observado en China era completamente diferente de la de los otros coronavirus anteriormente aparecidos, el SARS y el MERS, y que, de acuerdo con sus modelos, el mundo estaría como China estaba en ese momento en unos seis meses.
El mismo día o al día siguiente de que se emitiera ese programa de Science Friday, Fernando Simón manifestaba que en España solo tendríamos unos dos o tres casos controlados, nada más. Obviamente la diferencia entre ambas declaraciones es abismal y no creo que sea debida a una mera discrepancia en la interpretación de los datos que se conocían.
—¿Se podría haber podido evitar una pandemia como la que estamos viviendo si se hubiera realizado una mayor investigación científica?
—Pues mi respuesta podrá sorprender, pero yo creo que no, aunque más investigación sí hubiera podido permitir disponer de mejores herramientas terapéuticas una vez declarada la epidemia.
Incluso otros estudios habían determinado que alrededor del 3% de las personas más cercanas a los murciélagos o que comercializaban animales vivos en los mercados húmedos de China, poseían anticuerpos contra los coronavirus de murciélago. Esto indicaba que esos virus ya podían infectar y saltar al ser humano, aunque, por el momento, no habían causado enfermedad grave a nadie. La ciencia, por tanto, ya había advertido del posible peligro.
—¿Escucharon los gobernantes las previsiones de los científicos o miraron hacia otro lado cuando se les avisó de lo que se pronosticaba?
—Y bien, a pesar de los datos que he mencionado, no se tomaron medidas para evitar la existente transmisión de coronavirus antes de que la epidemia se declarara. No se regularon los mercados de animales en China, lo que creo que ahora ya se ha hecho, aunque tarde. Que yo sepa, tampoco hubo presiones políticas a China por parte de otros países para solicitar esa regulación. En resumen, la investigación científica había ya revelado el posible peligro, pero quienes toman las decisiones que, recordemos, no son los científicos sino los políticos, desearon hacer oídos sordos.
—¿Por qué se está tardando tanto en obtener una vacuna? ¿Cuándo cree que estará lista?
—Generar una vacuna eficaz y segura y que además esté disponible para todo el mundo, literalmente, no es una tarea sencilla. Tengamos en cuenta que no se trata ahora de vacunar solo a los bebés o niños pequeños, o a la sección de la población de mayor edad. Se trata de vacunar a todos, si es posible mañana. Y bien, no es posible. Incluso si entre los numerosos proyectos y ensayos clínicos para generar una vacuna que ya están en marcha alguno de ellos demostrara que la composición de su vacuna es eficaz y segura en los próximos meses, ya que es muy difícil que esas pruebas no requieran un tiempo menor, aún habría que generar la vacuna a escala industrial y con unas mínimas garantías de eficacia y seguridad. El desafío es gigantesco y no es seguro que podamos ganarlo en el tiempo que sería conveniente, es decir, antes de que la mayoría de la población mundial se haya contagiado de manera natural con el coronavirus.
Los estudios realizados sobre el nuevo y otros coronavirus indican, además, que mediante mutaciones este puede variar la molécula que utiliza como medio de entrada en las células y, sin embargo, esta sigue siendo eficaz para infectarlas. Esa variación puede convertir en inútiles a los anticuerpos generados mediante la vacunación, e incluso la los generados tras pasar enfermedad. Es, por tanto, posible que tengamos que producir vacunas estacionales cada año, o cada poco mes, como se hace hoy con el virus de la gripe. Que ganemos la batalla de la vacuna eficaz, estable y única contra el coronavirus no está garantizado.
—A la espera de una vacuna, ¿habrá que inmunizar a la población? ¿Cómo se podría hacer eso?
—¿Vamos a pasar todos por el virus, es decir, caeremos todos infectados?
—Esta es una cuestión que he hablado con algunos médicos y profesionales sanitarios amigos míos, y creo que no hay nadie que piense lo contrario. Sí, tarde o temprano todos entraremos en contacto con el virus, si no lo hemos hecho ya, lo cual no quiere decir que caigamos enfermos por su causa, ya que muchas personas no sufren ningún síntoma y otros muchos solo síntomas leves.
—Las cifras de fallecidos bailan, ¿sabemos realmente cuántos pacientes están muriendo por coronavirus?
—No tengo datos sobre esta cuestión, pero en mi opinión no sabemos a ciencia cierta las muertes causadas directamente por coronavirus. En el pico de las epidemias, cuando todos los esfuerzos se dedican a contenerla, es muy difícil adquirir datos fiables sobre todas las personas fallecidas por su causa.
—¿Por qué hay tantos muertos en España?
—La mortalidad en España no es probablemente significativamente diferente de la que se ha observado en otros países del entorno. No obstante, siempre que una enfermedad afecta a una población es posible que determinados factores genéticos propios de esta población afecten al curso de la enfermedad y a la mortalidad que causa.
—Expertos concluyen que el virus afecta más a obesos y fumadores que al resto de población, ¿por qué ocurre eso?
—Por lo que creo que se sabe, la obesidad está asociada a un mayor nivel de inflamación general. Este mayor nivel de inflamación, causado por una desregulación de sistema inmunitario en las personas obesas, puede aumentar el riesgo de sufrir síntomas y una enfermedad más grave, lo cual está relacionado con la intensidad de la respuesta inmunitaria frente al virus, aunque no es el único factor.
Con respecto al tabaco, hay datos contradictorios. Mientras algunos estudios sugieren que el papel inmunosupresor de la nicotina podría proteger de una respuesta inmunitaria exacerbada frente al virus, que es la que causa los mayores problemas a los infectados por el coronavirus, otros estudios indican que fumar aumenta en el pulmón la cantidad de la proteína receptora para el virus y que este necesita para infectar, aumentando así la susceptibilidad a ser infectado.
—Otros estudios sostienen que COVID-19 no solo afecta a los pulmones, sino que puede afectar a muchos órganos, ¿podría explicar esto un poco mejor y detallar a qué otros órganos puede afectar?
—Algunos expertos están siendo muy críticos con la flexibilización del confinamiento. ¿Considera que el levantamiento de ciertas restricciones es correcto?
—En mi opinión, todas las medidas que se toman son más o menos adecuadas según el objetivo que se persiga. Si el objetivo perseguido fuera exclusivamente proteger la salud física (que no mental) de los ciudadanos, continuar con el confinamiento estricto sería lo más adecuado. Sin embargo, las medidas que se toman no solo persiguen ese objetivo, sino reabrir la economía y acercarnos a una vida normalizada con el menor riesgo posible para la salud.
—¿Volveremos a vivir un nuevo rebrote?
—Creo que eso no lo podemos saber con certeza, aunque un rebrote no debemos descartarlo. Al fin y al cabo, cada año tenemos rebrotes de catarros, muchos de ellos causados por coronavirus mucho menos peligrosos, pero que vuelven cada año, o incluso más frecuentemente. La cuestión importante no es solo si habrá un rebrote, sino cuál puede ser la magnitud esperable de ese rebrote. Creo que esta magnitud será mucho menor si somos cuidadosos con nuestra salud y la de los demás y tomamos las medidas de higiene personal y colectiva que han sido recomendadas por las autoridades sanitarias nacionales e internacionales.
—¿Destacaría algún otro aspecto que le llame la atención de esta brutal pandemia?
—Un aspecto que tendrá que ser elucidado es cuál es el origen de este virus, ¿Proviene directamente de los murciélagos? ¿Hay o no un animal intermediario desde el que salta a la especie humana? ¿Por qué el virus ha aparecido en un estado tan "maduro" que le permite infectar con rapidez a nuestra especie si proviene de otro animal? Por lo que se sabe, no parece que el virus haya sido deliberadamente diseñado en un laboratorio, como se ha llegado a afirmar. No obstante, la ausencia de evidencia de diseño humano no acaba de explicar otras propiedades con las que este virus ha nacido, propiedades que sería muy conveniente explicar para evitar en el futuro pandemias similares a esta.
—¿Qué reclamaría a las autoridades?