Es viernes al mediodía, falta poco para el inicio oficial de la primavera y en Madrid el termómetro marca 18 grados con un cielo totalmente soleado. En una situación normal, las calles estarían llenas de gente paseando, tomando o comiendo algo en la terraza de algún bar. Se vería a turistas fotografiando cualquier particularidad y a ancianos aprovechando el sol, sentados en cualquier banco.
Las autoridades gubernamentales han decretado el estado de alarma y, sin haberse formalizado aún, insisten en que la gente permanezca en casa. Unos lo han acatado, otros no. Algunos dan sus razones.
"Estoy fuera para sacar un poco al perro. Yo he dejado de salir por el miedo de mis padres, pero pienso que las noticias y las redes sociales hacen que la gente tema más de lo normal. Algunos de mis amigos se han ido fuera de Madrid por este tiempo y otros se han quedado", dice Paola, de 17 años.
Para algunos de los más mayores, acostumbrados a salir temprano a hacer las compras y a pasear por las tardes, no ha sido fácil permanecer encerrados en casa.
"No puedo evitarlo, no puedo estar en casa. Me siento preso. Se me hacen muy largos los días. Si toman la decisión de cerrar la ciudad o de aislar a toda la gente en casa, en este caso lo cumpliría a rajatabla. Mientras tanto, aprovecho", declara Javier, de 86 años.
"No sé si morirme del virus o morirme de la depresión encerrada en casa. Por eso es que no hemos estado encerradas, no lo soportamos”.
Otra señora mayor, acompañada del brazo por su esposo, respondía, manteniendo siempre una distancia prudencial y tapando su boca con una ligera bufanda: "Solo salimos a la farmacia a comprar gel. Nos la pasamos metidos en la casa viendo televisión, que nos pone la cabeza boom. Estamos muy nerviosos por tanto estar en casa".
Maricarmen, de 74 años, se excusaba: "Yo vengo del médico. Por eso he salido. Tenía que recoger los resultados de una analítica. Ahora me voy a casa. Solo salgo para comprar el pan y la comida, pero me siento un poco encerrada porque yo soy de mucho salir. Mis hijos ahora me tienen controlada".
"Salgo por necesidad"
Otros entrevistados confesaban que es la necesidad lo que les obliga a salir. Es el caso de Javier, un madrileño de 40 años que trabaja como obrero en una construcción en el centro de la ciudad. "Claro que tengo miedo, me da miedo contagiar a mis hijos, a mi familia, pero, si no salgo a trabajar, no podremos comer. Yo soy de aquellos que si no sale a trabajar, la familia no come".
Una venezolana que caminaba deprisa cerca de Javier explica:
"Yo tengo que trabajar. Trabajo limpiando una residencia dos días a la semana. Claro que tengo miedo, porque tengo un hijo de 15 años con leucemia y me da miedo que se infecte, pero salgo por necesidad. Por eso estoy de acuerdo con que se tomen medidas más drásticas. Porque mira lo que pasó en Italia: al principio se lo tomaron a la ligera y mira ahora cómo va la cosa".
Otra de las consultadas admitía: "Claro que nos va a costar mantenernos encerrados en casa, pero habrá que hacerlo. Hay que hacer todo lo que haga falta para acabar con esto lo antes posible".
— Fútbol 7 Sevilla (@F7Sevilla) March 12, 2020
Por su parte, las autoridades sanitarias han alertado del peligro que podría traer para todo el país la desacertada decisión de aquellos que creyeron que una cuarentena es sinónimo de vacaciones.