Si atenta contra el bolsillo es mal negocio. Esa es parte de la máxima detrás del surgimiento de los mercados de carbono. Estos están fuertemente instalados en Europa y algunos países de Asia y empezaron a surgir en América Latina hace pocos años. México, Costa Rica o Chile son algunos de los que ya empezaron a incorporar mecanismos y normativas al respecto.
El mecanismo surgió en 1979 en EEUU y se utilizó para limitar a las empresas que generaban sustancias causantes de lluvia ácida. Su resultado fue tan bueno que se extendió a otro tipo de empresas y de emisiones.
"Está basado en la teoría de la escasez: cuánto más escaso es un producto, más caro se vuelve. Por lo tanto, el costo de emitir a la atmósfera, a medida que transcurre el tiempo, se vuelve más caro. Esto envía una señal económica a los emisores de que cada vez va a ser más caro y de que deben crear soluciones para emitir menos y por tanto ahorrar", agregó Piquero.
El concepto de mercado radica en que los permisos son acumulables y comercializables por lo que una compañía que emite menos puede vender sus permisos a otras que no lo han hecho. En la actualidad, tanto países, ciudades, estados o bloques de países tienen en funcionamiento mecanismos de este tipo y sus compañías comercian internacionalmente.
"Lo que quieres es tener un precio, no importa si es bajo u alto, pero que puedas transmitirle a las empresas, por el cuál reducir tenga sentido. Por ejemplo, si comprar un permiso de emisión te cuesta 10 pesos y reducir te va a costar cinco pesos por tonelada, evidentemente vas a querer reducir para ahorrar ese costo de salir a comprar el permiso. Esto genera reducciones genuinas", concluyó.