La placa es una carta que un grupo de científicos colocó en el volcán Ok, donde antes se extendía el glaciar, a 1.198 metros sobre el nivel del mar. Una carta para el futuro.
"Ok es el primer glaciar islandés en perder su estatus de glaciar. Se espera que durante los próximos 200 años todos nuestros glaciares sigan su mismo camino. Con este monumento reconocemos que sabemos lo que está pasando y lo que se tiene que hacer. Solo tú sabes si lo hicimos", reza la placa.
Okjokull, como lo conocían los islandeses —jokull significa glaciar en islandés—, estaba al oeste de Islandia. En 1901 abarcaba 38 kilómetros cuadrados y tenía un espesor de 50 metros. En 1978 los mapas geológicos dieron la señal de alarma: su hielo se había derretido hasta alcanzar tres pírricos kilómetros cuadrados. Hoy es solo uno de 15 metros de espesor. Así que no llega a la categoría de glaciar.
Los glaciares se forman a partir de la nieve que se compacta en forma de hielo. Ese hielo después se desliza pendiente abajo por su propio peso. Pero el hielo que le queda a Ok no es suficiente. Según la ciencia, un glaciar que se estanca es un glaciar muerto. Ok no fluye desde 2014.
A la cumbre del extinto glaciar se desplazaron periodistas, islandeses, políticos y personas a las que les preocupa el calentamiento global. Entre ellas, Dominic Boyer, un antropólogo de la universidad estadounidense de Rice. "Ok ha sido el primer glaciar islandés que se ha fundido porque los humanos hemos transformado la atmósfera del planeta", ha recordado. "Su destino lo compartirán todos los glaciares islandeses si no actuamos ahora y reducimos las emisiones de gases invernadero drásticamente". En Islandia quedan 400 glaciares. 400 funerales.
En la placa también se lee '415 ppm CO2'. Otra señal de la catástrofe que se avecina. Es la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera que se registró en abril de 2019. 415 partes por millón. No se alcanzaba esa cifra desde hacía tres millones de años.