Kiev tomó la decisión de cerrar las mesas electorales en las instituciones diplomáticas y consulares que tiene en Rusia bajo el pretexto de que los ciudadanos de Ucrania que se encuentran en territorio ruso pueden ser objeto de provocaciones y represiones por parte de los servicios secretos de Rusia.
"Son afirmaciones absurdas por su esencia que no resisten las críticas", comentó la Cancillería rusa, indicando que "es asombroso oírlo de las autoridades ucranianas que permiten en su territorio ataques contra las instituciones rusas, no investigan crímenes resonantes y simplemente son incapaces de imponer un orden elemental en su país".
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Además afirmó que el régimen gobernante en Kiev tiene miedo a sus ciudadanos, especialmente a aquellos que se vieron obligados a abandonar el país debido a la degradación de la situación económica y la violación de sus derechos políticos, religiosos, lingüísticos y culturales.
Al mencionar la declaración del canciller ucraniano, Pabló Klimkin, de que no se permitirá la acreditación de los representantes de Rusia como miembros de la misión de la OSCE para la supervisión de las presidenciales, la Cancillería rusa señaló: "da la impresión de que las autoridades ucranianas tienen algo que ocultar".
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También dijo esperar que los patronos occidentales de Kiev por fin dejen de guardar silencio y "evalúen debidamente en qué grado su proceder concuerda con los principios de la democracia, las normas del derecho internacional y los estándares de la OSCE".