"La película habla de un futuro –de hecho de un presente– donde la tecnología podrá sustituir al hombre en casi todos los trabajos, en casi todas las tareas. Es positivo porque siempre hemos querido ver que las máquinas hagan la mayor parte de las tareas. Pero hay una parte negativa, y es que no sabemos cómo redistribuir la riqueza si el trabajo deja de ser el único instrumento para hacerlo", observa el cineasta.
Para ejemplificar su mensaje compara al mundo con un barco de la antigüedad cuando para desplazarlo se necesitaban cien personas remando, y que cuando apareció un motor dejaron de remar veinte. Y el número va en aumento. "Porque el motor, que es muy bueno, que es un esfuerzo de toda humanidad durante siglos y siglos, hace que podamos dedicarnos a otras cosas en la vida y no sólo a trabajar", dice Rudy.
El problema, según el artista, es que los políticos y economistas declaran que este veinte 20% tiene que volver a remar.
"¿Queremos más productos? ¿Queremos más servicios? ¿O es porque no sabemos cómo redistribuir la riqueza que generan estos motores con las personas que han dejado de remar?", reflexiona el director.
De acuerdo a Rudy Gnutti, quien para esta película contó con la participación del expresidente de Uruguay, José Mujica, el economista inglés Sir Anthony Barnes Atkinson, y el filósofo polaco Zygmunt Bauman [estos dos últimos ya fallecidos], "tenemos que pensar sobre cómo adaptar las reglas económicas a esta nueva realidad tecnológica", e incide en que la posible solución al problema consiste en desarrollar aún más la tecnología y "redistribuir sus beneficios".
La película se proyectó en el marco de la octava edición del Festival de Cine Ambiental de Rusia ECOCUP, organizado por la Representación de la UE en Rusia, la Fundación Heinrich Böll, la Embajada de EEUU en Rusia y la Embajada de Suiza en Rusia.