La falta de agua dulce, las sequías y las malas cosechas provocan una migración masiva que agrava la situación política. Según esta teoría, fueron estos factores los que causaron las guerras civiles en Sudán y Siria.
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Conflicto de Darfur
Entre 2003 y 2005, los enfrentamientos interétnicos en la región occidental de Darfur (Sudán), segaron la vida de varios cientos de miles de personas.
Guerra en Siria
Peter Gleick, del Instituto del Pacífico para Estudios en Desarrollo, Medio Ambiente y Seguridad (EEUU), en su artículo 'El agua, la sequía, el cambio climático y el conflicto en Siria' ('Water, Drought, Climate Change, and Conflict in Syria') escribe que la guerra civil en Siria comenzó en 2011-2012 por muchas razones, algunas de las cuales eran medioambientales.
El déficit de agua dulce, la gestión ineficiente de los recursos hídricos, el sistema de riego obsoleto y el cambio climático desempeñaron un papel especial en la generación del conflicto, precedido por las malas cosechas y la sequía de 2006-2011, que los expertos consideran la más larga en la historia de la civilización en la zona. La migración masiva de la población rural a las ciudades y algunos disturbios a causa del desempleo dieron comienzo.
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Otro punto de vista
El conflicto de Darfur no pudo haber surgido debido a la escasez de agua dulce y las malas cosechas, cree Jan Selby, de la Universidad de Sussex (Reino Unido), además de sus colegas.
Según las conclusiones de Selby, el conflicto de Darfur es una consecuencia de la colonización del país por parte del Reino Unido, la integración en la economía capitalista global y la constante supervisión de organizaciones internacionales en interés de las élites locales.
"El cambio climático no puede revertir esta tendencia en Sudán ni en ninguna otra parte", dicen los científicos.
Selby no dejó de lado las condiciones naturales en Siria antes de la guerra. La peor sequía tuvo lugar solo en la región noreste y únicamente durante tres temporadas.
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'Guerras de agua' y la amenaza nuclear
Los recursos hídricos renovables del planeta suman aproximadamente 42.800 kilómetros cúbicos al año, pero están distribuidos de una forma muy desigual: en Canadá hay 10.000 veces más agua per cápita que en Kuwait. Las regiones que más carecen de agua son Oriente Medio y África.
Según las previsiones científicas, para el 2025 la población mundial aumentará hasta los 8.000 millones de personas, de las que un tercio vivirá en países que carecen de agua. En primer lugar, sufrirán las regiones con alta fertilidad y clima árido.
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Según el Instituto de Problemas del Agua de la Academia de Ciencias de Rusia, entre 1950 y 2000, 507 disputas surgieron debido a los recursos hídricos, de las que 21 desencadenaron acciones militares. Por ejemplo, en 1964-1965, Israel lanzó una guerra para impedir a Siria construir un canal de derivación de los Altos del Golán, nutridos por el río Jordán y el mar de Galilea.
El agua sirve como un instrumento de presión sobre el enemigo en conflictos armados. En 2012, las fuerzas antigubernamentales en Siria en las batallas por Alepo dañaron gravemente un acueducto del que dependían tres millones de personas.
No obstante, hay expertos que no dan importancia a estos conflictos.
"Ahora a los medios de comunicación les encanta hablar de guerras climáticas. Creo que son pura fantasía, aunque entre algunos países hay tensión a causa de los lagos fronterizos. Sin embargo, los conflictos regionales modernos suelen tener raíces más tradicionales: una competencia por la influencia política, económica e ideológica", opina Serguéi Semiónov, director científico del Instituto de Clima Global y Ecología y representante ruso en el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).