"Cuando enviamos la sonda Galileo a Júpiter, el aparato se encontró en una especie de desierto donde casi no había agua ni amoníaco. Por lo tanto, pensamos entonces que estas sustancias no estaban presentes en el planeta", explicó Godon Bjoraker, uno de los autores del estudio.
Los estudios sobre Júpiter se hacen aún más complicados debido a las nubes de partículas cargadas que rodean el planeta.
No obstante, el equipo de Bjoraker de le NASA ofreció un método que permitió al telescopio espacial penetrar en lo profundo de la atmósfera jupiteriana. Los estudios posteriores revelaron que casi toda la capa inferior de las nubes jupiterianas está integrada por agua.
Es decir, la mayoría de las ideas anteriores sobre la estructura de la Gran Mancha Roja resultaron ser erróneas.
Los científicos concluyeron que el gigante gaseoso parece tener un núcleo rocoso, ya que en otro caso tendría una composición semejante a la del Sol. En un futuro próximo, los astrónomos prevén lanzar la sonda Juno para comprobar la suposición.
Te puede interesar: El origen de las auroras de Júpiter sorprende a la NASA