"Esta política va a continuar, porque no es del Gobierno, sino del pueblo boliviano", desafió el mandatario a opositores que trataron de interrumpir su mensaje ante la Asamblea Legislativa Plurinacional, reunida en la ciudad colonial sureña de Potosí.
La protesta hacía alusión a un referendo de 2016 que rechazó una reforma constitucional que habría autorizado la repostulación de Morales en 2019, votación que quedó luego en contradicho con una resolución del Tribunal Constitucional favorable a los planes electorales del mandatario.
Morales hizo en su informe un recuento parcial de gestión, dejó sin leer al menos la mitad del texto que tenía en la mano y optó por marcar distancia entre su modelo económico estatista y los planes de restauración neoliberal que endilgó a la oposición.
"Si tenemos diferencias es que quienes hemos garantizado el crecimiento [económico] somos los que hemos nacionalizado, los que protestan son los privatizadores (…), algunos hermanos y hermanas piensan todavía seguir sometidos al imperio", dijo.
Sobre el tema sensible del juicio contra Chile en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, en reclamo de diálogo para sobre la demanda boliviana de acceso soberano al océano Pacífico, Morales expresó optimismo y señaló que su Gobierno ya se prepara para un escenario "post-Haya".
Para los legisladores opositores, la sesión de honor de la Asamblea fue "un escenario de confrontación", según dijo a radio Panamericana la diputada derechista Norma Piérola.
"No nos dejaron manifestarnos, hemos sido amedrentados en todo momento los asambleístas opositores que asistimos, y en la calle los colectivos ciudadanos que nos acompañaron fueron reprimidos", denunció, criticando que la televisión no haya transmitido estos hechos.
En medio de la tensión, destacó la presencia del cardenal Toribio Ticona, quien celebró temprano una solemne misa de agradecimiento a la que asistió Morales y estuvo en primera fila en la sesión legislativa, donde acompañó a varios "¡vivas!" gritados por Morales al cerrar su discurso.
El Presidente y el Cardenal abrieron luego el desfile principal, que observaron desde un balcón de la gobernación del departamento, en un hecho que contrastó con una década de roces entre el gobernante indígena y la cúpula de la iglesia local.
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El desfile, en cuyo inicio algunos opositores intentaron tímidos gritos de protesta, terminó convertido en una demostración de fuerza oficialista, con participación casi exclusiva de funcionarios, organizaciones indígenas y sindicales, y delegaciones de institutos militares y policiales.