Aunque los israelíes se niegan a admitir a refugiados, tiran encima de la frontera toneladas de cargas humanitarias destinadas para los campamentos de desplazados.
También señaló que al ver esta tendencia en la conducta de los civiles, la parte israelí supuso que la situación puede agravarse y creó necesario suministrar más agua, víveres y medicamentos a la parte siria, así como enviarle carpas.
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Según el oficial, los desplazados sirios huyen en dirección a Israel esperando que las partes en conflicto teman actuar en la cercanía inmediata de su frontera pues saben que el Ejército israelí reacciona con dureza a cualquier caída de proyectiles a su territorio.
"Hemos visto a muchos desplazados concentrados y les hemos entregado centenares de toneladas de ayuda, más de la que le damos habitualmente a las comunidades sirias vecinas. Es ayuda de Israel y de otros países", declaró Koller.
Las fuerzas israelíes empezaron a mandar ayuda humanitaria a los sirios de los pueblos cercanos hace cinco años, en el marco del proyecto "Buen Vecino". Les entregan alimentos, agua, gasolina, generadores, medicamentos y material médico para clínicas.
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"Buen Vecino" es "una herramienta de seguridad", indicó el teniente coronel Marco Moreno, ex-jefe del proyecto. "Pensamos que con la revolución en Siria, podrían infiltrarse combatientes en nuestro territorio y ofrecimos un acuerdo a los sirios de zonas vecinas para que evitaran que el terror entrara en Israel, a cambio de ayuda humanitaria", apuntó Moreno.
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— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 25 июня 2018 г.
La mayor parte de los siete años de guerra en Siria, la zona fronteriza con Israel ha estado controlada por grupos opositores, muchos de ellos yihadistas, como el Frente al Nusra.
"A Israel no le interesa que [los desplazados] crucen la frontera y por eso les damos lo que necesitan al otro lado", afirmó Koller.
El Gobierno israelí ha dejado claro varias veces que no acogerá a refugiados sirios. "Seguiremos protegiendo nuestras fronteras. Continuaremos entregando ayuda humanitaria, pero no permitiremos a nadie entrar en nuestro territorio", confirmó esta semana el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.
"Israel es un país muy pequeño, ¿a cuánta gente podríamos aceptar?, se preguntó el teniente coronel Marco Moreno, exresponsable del proyecto "Buen Vecino".
Israel tiene 8,5 millones de habitantes. Su vecino Líbano cuenta con 6 millones de ciudadanos y ha acogido a 1,5 millones de sirios (registrados por la ONU unos 950.000) y a casi medio millón de palestinos.
Según Moreno, "los sirios no quieren entrar en Israel". Pero en los últimos días, en la valla de la frontera se han producido pequeñas protestas de sirios que quieren cruzar.
Vivía en el área rural próxima a la ciudad de Daraa, al sur de Siria, pero tuvo que huir de su casa el 18 de junio "por los intensos bombardeos", contó.
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Desde el mirador de Hazaka, en la parte del Golán ocupada por Israel, se divisan decenas de tiendas de campaña a 500 metros de la frontera con Siria, herméticamente cerrada.
"Escapamos de casa cuando empezaron los bombardeos aéreos en Daraa, nos movimos de una zona a otra, pero iban disparando a todo el mundo. Pensamos que el mejor lugar para refugiarse sería la frontera con Israel porque es un país fuerte, nadie lo puede atacar", explicó Hariri, que aseguró no ser combatiente.
"La situación en los campos de refugiados es muy difícil, especialmente para los niños y las mujeres, hay muchas embarazadas. Nos faltan tiendas, no tenemos lavabos ni suficiente comida", relató Hariri desde Bariqa.
La cantidad de sirios que escapan de la ofensiva en Daraa en las últimas tres semanas oscila entre 270.000 y 330.000, según la ONU. La gran mayoría se concentran en los límites entre Siria y Jordania, que hace dos años cerró su frontera tras acoger a 1,3 millones de refugiados sirios.
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Israel no teme un gran alud de desplazados a sus puertas y confía en que "el régimen sirio respete el acuerdo de alto al fuego de 1974", señaló Koller.