"En contra del sentido común, en EEUU y Europa empezaron a imponer un papel de enemigo a nuestro país e intentan echarnos de la política mundial y de las relaciones económicas mundiales", dijo Medvédev.
Las relaciones entre Rusia y Occidente se agudizaron aún más tras el incidente en la ciudad británica de Salisbury, donde a principios de marzo fueron hallados inconscientes Serguéi Skripal, un exoficial de la inteligencia militar rusa reclutado en los años 90 por el servicio secreto británico MI6 y naturalizado en el Reino Unido, y su hija Yulia.
Nada más abierta la investigación, que según Scotland Yard se prolongará por varios meses, Londres responsabilizó a Moscú de estar detrás del supuesto intento de envenenamiento de los Skripal, alegando que la sustancia procede de Rusia.
Desde el 26 de marzo, numerosos países, así como estructuras internacionales como la OTAN anunciaron la expulsión de más de 150 diplomáticos rusos como represalia por la supuesta implicación de Moscú en el incidente.
El laboratorio británico en Porton Down estableció que se trata de una sustancia de acción neuroparalizante de grado militar, sin confirmar su procedencia.
Moscú rechaza las acusaciones de Londres, por considerarlas infundadas, y reclama acceso a las pruebas para poder colaborar con la investigación.