Se señala que "el 30 de marzo el Ministerio de Exteriores de Rusia convoca a los responsables de las misiones diplomáticas acreditadas en Rusia de una serie de países que emprendieron acciones hostiles contra Rusia 'en señal de solidaridad' con el Reino Unido por el caso Skripal".
"A los embajadores se les entregará notas de protesta y se les anunciará las medidas de respuesta de Rusia", reza el mensaje.
El primero en llegar fue el embajador del Reino Unido, seguido de sus homólogos de Alemania y Francia.
Más tarde, en la sede de la Cancillería entraron los jefes de las misiones diplomáticas de Italia, Polonia, los Países Bajos, Dinamarca, Lituania, Rumanía, Suecia, Australia, Croacia, Canadá y Grecia, así como representantes de las embajadas de Ucrania y Chequia.
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Tras abandonar el ministerio, el embajador del Reino Unido en Rusia, Laurie Bristow, comunicó que abordó en la Cancillería rusa las acciones de Moscú y Londres tras el envenenamiento del ex agente doble Serguéi Skripal y su hija en la ciudad británica de Salisbury, aunque no reveló detalles.
El 29 de marzo, el canciller ruso, Serguéi Lavrov anunció que Moscú tomará medidas de respuesta a la expulsión de sus diplomáticos por el caso del exespía Sergéi Skripal.
Lavrov advirtió que estas medidas "serán simétricas, y aún más".
La ola de expulsiones comenzó después de que la primera ministra del Reino Unido, Theresa May, responsabilizara a Moscú del "intento de asesinato" en Salisbury sin mostrar pruebas y ordenara la salida de 23 diplomáticos rusos y la cancelación de todos los contactos de alto nivel entre ambos países como represalia.
Rusia, que rechaza todas las acusaciones, respondió a Londres con la expulsión de 23 empleados de la Embajada británica y el cierre del consulado británico en San Petersburgo y de la oficina del British Council en Moscú.
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Además, empezó a tomar medidas simétricas contra otros países, al anunciar la expulsión de 60 diplomáticos estadounidenses y el cierre del consulado de EEUU en San Petersburgo.
Londres responsabilizó a Moscú de ese ataque y asegura que fue ejecutado con un gas nervioso del tipo A-234 (Novichok), desarrollado por Rusia, aunque no ha presentado pruebas.
Moscú desmintió la acusación y ofreció colaboración para investigar el incidente.