La jornada prevista el 1 de octubre para decidir por medio del voto la independencia de Cataluña dejó un escenario de violencia y represión policial que puso en segundo plano los resultados obtenidos durante la elección.
Tras el referéndum, el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, sostuvo que "Cataluña se ha ganado el derecho a tener un Estado independiente". En consecuencia, manifestó, trasladará al Parlament los resultados de las votaciones para comenzar el proceso de separación de España.
"Madrid quiere hacer como que aquí no pasó nada. Tanto Mariano Rajoy como uno de los portavoces han ridiculizado el proceso de ayer sin tener en cuenta que participaron casi tres millones de personas. El Gobierno de Madrid y el Partido Popular niegan que ayer hubiese 800 heridos. Todos pudimos ver la violencia con que emplearon la Policía nacional y la Guardia Civil", dijo a Sputnik el periodista Álvaro Hilario.
La Comisión Europea manifestó su preocupación por la situación en Cataluña e instó el 2 octubre a sus autoridades y a las españolas a avanzar hacia el diálogo. Sin embargo, el organismo no reconoció la consulta popular impulsada por el Gobierno catalán, por considerarla un asunto interno español.
No obstante, las acciones del Gobierno español fueron criticadas en todo el bloque europeo. Un ejemplo de esto fue el mensaje que escribió en Twitter el primer ministro de Bélgica, Charles Michel. En su cuenta, publicó: "¡La violencia nunca puede ser la respuesta! Condenamos todas las formas de violencia y reafirmamos nuestra llamada a un diálogo político".
Violence can never be the answer! We condemn all forms of violence and reaffirm our call for political dialogue #CatalanReferendum #Spain
— Charles Michel (@CharlesMichel) October 1, 2017
"Estamos ante un momento clave para la historia de España y de los catalanes. Parece claro que como consecuencia de las tensiones el Gobierno ha perdido una referencia importante en los interlocutores internacionales. A partir de esta represión el silencio mantenido hasta ahora se transformó en intervenciones contra la violencia. Es un paso adelante para Cataluña y uno atrás para el Gobierno español", indicó Zelaia.
Para Hilario lo sucedido ayer es un triunfo desde el punto de vista catalán, de los sectores progresistas de todo el país y desde la perspectiva de la desobediencia civil. "Para estos grupos fue un demostración de una sociedad que está viva, organizada y que hizo frente pacíficamente a todas las provocaciones y a toda la violencia que se empleó contra ella", sostuvo el periodista.
El Gobierno español está "más endurecido que nunca" y ese contexto, en el corto plazo, garantiza una "dinámica poco positiva" en el diálogo entre los actores involucrados, agregó Zelaia, quien se refirió a esta situación como una "tensión histórica". Para el analista, los equilibrios en juego de los diferentes elementos de la clase política española, que se paran frente a este tema de diversas maneras, son un tema clave.
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"Cataluña no es una región cualquiera. Es una de las más ricas del país, se trata de casi un 20% de la población española y del PIB. Si se independiza esta región tendrá un efecto psicológico tremendo. En contextos como el que estamos viviendo es esperable que los elementos conservadores se radicalicen. Es de esperar que se acentúe la polarización en todo el espectro político por la situación en Cataluña", aseguró.
Hilario encuentra "muy paradójico" cuando desde Madrid se pronuncian palabras contra el nacionalismo catalán sin tener en cuenta que el nacionalismo español es "mucho más agresivo".
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"Hemos tenido escenas de reír por no llorar, desde la despedida que se le hizo a las tropas de la Guardia Civil cuando iban a Cataluña, a las manifestaciones de fascistas que hubo en Barcelona. Ayer más que una línea entre nacionalistas españoles y catalanes, lo que se trazó fue una línea entre cómo tiene que ser un Estado social y de derecho y cuáles son los límites de la democracia", concluyó el periodista.