Los desastres naturales producen un efecto dominó, y cuando cae la última ficha, todos quieren hacer leña del árbol caído, y las primeras, las transnacionales, auténticos amos en el ojo del huracán.
Así, las repercusiones económicas y hasta políticas serán fuertes. Y no solo por la estela de víctimas fatales, heridos y damnificados que dejaron Harvey e Irma tras de sí, sino porque llegan en el peor momento.
Y aunque algunos analistas ven la luz al final del túnel, y afirman que en el medio y largo plazo hay factores que pueden resultar beneficiosos y generar un efecto positivo, como la reconstrucción, los fondos que aportan las aseguradoras y las ayudas estatales, los beneficiarios serán los mismos de siempre.
Lea más: La furia de la naturaleza: los huracanes más mortíferos
"Las grandes empresas transnacionales son las que pueden posteriormente intervenir sobre un mercado virgen, intentar hacerse cargo de las labores de recuperación, etc. Pero los pequeños productores locales son los que suelen salir perdiendo", explica Carretero Miramar.
Y en cuanto a ayudas estatales, o privadas, en el caso de Puerto Rico, el banco canadiense Scotiabank, y el Banco popular de Puerto Rico, presentaron iniciativas para coadyuvar en la recuperación de la isla: el primero anuncia ayudas por medio millón de dólares, mientras que el segundo, por un valor de un cuarto de millón de dólares.
Carretero Miramar opina que "por un lado es una buena idea que haya una capacidad de financiación de la recuperación de la actividad económica en las zonas sometidas a desastres, y que por lo tanto llegue ese crédito fácil a las actividades que pueden volver a reiniciarse".
No obstante, el experto advierte que "por otro lado hay que tener presente hasta qué punto ese crédito puede venir acompañado de actividades ilegales, fraudulentas, de la generación de toda una trama ilícita que se pueda hacer cargo de la actividad económica en base a la ausencia en estos momentos de una actividad económica normal".
"En ese sentido hay que tener también muy presente el hecho de que esa actividad financiera por parte de los bancos pueden, un momento determinado, convertir en dependientes precisamente de esa financiación externa, a negocios y a sectores económicos que anteriormente no lo eran", apunta el economista.
"Esa financiación no debe convertirse en sí misma un mecanismo de dependencia de los pequeños productores locales, que lo que pueda es hacer sumirse a las necesidades de los grandes bancos que puedan también aprovechar esta situación de necesidad y de miseria, para doblegar resistencias que anteriormente no podían doblegar, o para hacer tremendamente dependientes a las poblaciones y a los negocios locales", concluye el profesor José Luis Carretero Miramar.