Según Sirik, se trata de armas que no ha visto nadie nunca, no se sabe exactamente cómo se llaman, pero que invariablemente aparecen en diferentes partes del mundo —dependiendo de la necesidad— y tienen una etiqueta: 'Hecho en Rusia'.
No se confirmó ningún hecho en concreto, pero Ucrania, seguida por una parte significativa de la comunidad internacional, creyó con facilidad que Rusia y el mandatario del país eran los culpables. Esto abrió una especie de caja de Pandora de falsificaciones sobre la amenaza rusa, indica el autor.
Así, aparecieron tropas rusas invisibles en el sureste de Ucrania, la 'anexión' de Crimea, e incluso el sistema de misiles Buk traído desde Rusia para derribar el Boeing de Malasia, opina Sirik.
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En opinión de Víktor Sirik, las razones detrás de esta propaganda no son difíciles de adivinar. Las autoridades de Washington piensan que cuanto más terrible sea la imagen creada de Rusia, más sanciones podrán aplicarse a ella, más desconfianza se generará hacia el país y menos contactos económicos y políticos tendrá Rusia respecto al mundo exterior.
Los rumores sobre una potencial amenaza rusa son un negocio rentable también para los negocios. La rusofobia está sirviendo a los intereses del complejo militar-industrial de la OTAN. Y especialmente para su principal beneficiario —las corporaciones militares estadounidenses—. Europa está lista para comprar las armas que sean, tanto nuevas como obsoletas, de manos de EEUU con tal de defenderse de 'la invasión rusa'.
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"En lo que se refiere a las armas secretas de Rusia, hay que decirlo: sí existen. Aprovechando esta oportunidad, puedo hacer un favor a los expertos en la creación de insinuaciones e informarles de lo que es y dónde está. Así que no sufran mañana inventando otra falsificación sobre la amenaza rusa. Nuestra arma es la mentalidad del pueblo ruso (…) y la voluntad de hacer sacrificios en nombre de la protección de la familia y de la patria. Así fue siempre en la historia de nuestro país, y así será. Y si todo esto se multiplica por el potencial militar y tecnológico existente en las Fuerzas Armadas rusas, está claro que es mejor no meterse con nuestro país", concluye Sirik.