Corea del Sur estuvo representada en el ejercicio por seis aviones de combate.
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El simulacro de bombardeo se llevó a cabo al día siguiente de que el secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, y la embajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley, advirtieran de que las opciones diplomáticas con respecto a Corea del Norte están a punto de agotarse y solo quedaría la vía militar.
También Tillerson, en declaraciones a la CBS, afirmó que la vía militar será la única que quede si las gestiones diplomáticas no surten efecto.
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Corea del Norte realizó este año su sexta prueba nuclear, la de una bomba de hidrógeno para ser colocada en misiles intercontinentales, y una quincena de pruebas de proyectiles balísticos, incluyendo el lanzamiento de dos supuestos ICBM capaces de alcanzar el territorio de EEUU y dos misiles de alcance intermedio que sobrevolaron la isla japonesa de Hokkaido.
En agosto pasado, varios militares estadounidenses de alto rango revelaron al canal de televisión NBC News que el Pentágono tiene un plan de ataque preventivo a las bases de misiles en Corea del Norte y que los B-1B Lancer estacionados en la base aérea Andersen, en Guam, serían la pieza clave.
Estos aviones supersónicos con alas de geometría variable realizaron desde mayo pasado una docena de simulacros de una operación de esas características.
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En una misión real, según este medio, los B-1B Lancer llevarían bombas convencionales, irían escoltados por cazas, aviones de repostaje en vuelo y guerra electrónica y contarían con el apoyo de drones y satélites.