La decisión política de la Administración Trump de armar a Ucrania podría involucrar a EEUU en una guerra con Moscú que no podría ganar, explica Michael Kofman para The New York Times.
Aquel plan fue mal concebido y terminó en una derrota después de que Rusia aumentara su apoyo militar al Gobierno de Bashar Asad en 2015, recordó Kofman, investigador de Wilson Center y colaborador en el Instituto de Guerra Moderna (Modern War Institute).
La propuesta de enviar armas a Ucrania llega en el momento en el que es más necesario ayudar al país a transformarse, que jugar a inspectores geopolíticos con misiles, "echando un lote de misiles en manos de un Ejército no reformado", opinó.
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Dada la naturaleza del conflicto y a que Moscú la considera de importancia vital para sí, hay pocas posibilidades de 'agotar' a Rusia en Ucrania, aclara Kofman.
Pero lo que sí lograría suministrar misiles Javelin a Ucrania es convertir el conflicto ucraniano en una guerra indirecta entre Estados Unidos y Rusia. Mientras Kiev sueña con la entrada de Washington en el escenario, este último debería centrar su atención en sus propios intereses nacionales, como, por ejemplo, sus aliados de la OTAN.
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Antes de tomar la decisión de "enviar un mensaje a Moscú" armando a Ucrania, los altos cargos del país norteamericano deberían considerar una posible señal de respuesta rusa.
"Si el plan Javelin sale adelante, Estados Unidos habrá desperdiciado una potencial influencia futura contra un adversario geopolítico quemando una de las pocas cartas que posee por un gesto político de valor limitado. Si la administración Trump ve el conflicto en Ucrania como una parte de una nueva Guerra Fría, debería pensarse mejor cómo va a ganarla", concluye el autor.