Los ámbitos más atractivos para la inversión serán los de las altas tecnologías, la electrónica y la infraestructura energética. No obstante, estas áreas pueden ser consideradas por los reguladores extranjeros como 'estratégicas' en términos de seguridad e intereses nacionales, lo cual podría complicar la presencia china en estos sectores.
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Los reguladores extranjeros, especialmente los europeos, también están preocupados por la apertura recíproca de sus economías a la inversión extranjera directa, por lo tanto, su actitud hacia los inversores chinos estará directamente ligada a la futura liberalización de la economía del gigante asiático.
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Además, los inversores chinos se enfrentan a ciertos obstáculos dentro de su propio país: desde finales de 2016, las autoridades chinas endurecieron los controles sobre las salidas de capital y comprueban minuciosamente la solvencia de los inversores.
Sin embargo, los especialistas de Linklaters estiman que el entorno empresarial de China seguirá siendo favorable para la inversión en proyectos estratégicos extranjeros. Es posible eludir las restricciones a través de los proveedores de capital extranjero y mediante el uso de personas jurídicas extranjeras en nómina de las empresas chinas.
Sin embargo, en julio, el Fondo de Inversión Directa de Rusia y el Banco de Desarrollo de China acordaron establecer un fondo conjunto en yuanes para invertir en proyectos conjuntos hasta 10.000 millones de dólares. Actualmente, se están estudiando 30 proyectos en el campo de la venta al por menor, la agricultura, el procesamiento de alimentos, el sector inmobiliario y la industria farmacéutica.