Este metal se utiliza principalmente en la fabricación de reactores nucleares. Es tan fuerte que puede resistir las tensiones térmicas que resultan del movimiento de un avión hipersónico en las capas densas de la atmósfera.
Es más, la tecnología convencional supone horas y horas para preparar una mezcla de polvos de carburo y de hafnio. Luego se muele tan finamente como sea posible a la temperatura más alta posible. El material final resulta no solo caro —alrededor de 770 euros por kilo—, sino también poroso, lo que tiene un efecto negativo en sus propiedades físicas.
No obstante, científicos del Instituto Budker de Física Nuclear, ubicado en Siberia, junto con sus colegas del Instituto de Química del Estado Sólido y Mecanoquímica han descubierto una manera más eficaz y más barata, se informa en un comunicado publicado por el Instituto Budker.
De acuerdo con el jefe del estudio, Alexéi Anchárov, del Instituto de Química del Estado Sólido y Mecanoquímica y citado en el comunicado, se puede aplicar esta nueva tecnología también para otros materiales con propiedades similares, principalmente carburos y boruros de metales refractarios, como el tántalo, tungsteno y el molibdeno.