En 1860 se produjeron las primeras emigraciones de granjeros coreanos hacia Rusia, concretamente a las zonas limítrofes con Corea, en el extremo más oriental del imperio. Curiosamente, según un artículo de RBTH, los migrantes coreanos eran preferidos por las autoridades rusas sobre otras nacionalidades de la región por desplazarse a Rusia acompañados de sus familias, con un proyecto de vida a largo de plazo y tener fama de trabajar eficientemente sus tierras.
La causa, según el medio, se debe a la política de desplazamientos forzados impulsada por Stalin, la cual condenó a esta comunidad a emigrar de nuevo a esta región en 1937. Tras la caída de la URSS, algunos emigraron a Rusia. La gran mayoría, debido a que viven fuera de la península desde hace varias generaciones, no habla coreano y ha perdido el contacto con su país de origen.
En esta zona, la emigración de coreanos se inició de forma más tardía, en la década de los años 30 del siglo XX, y a diferencia de sus compatriotas de Asia Central, ellos sí que conservan un vínculo más fuerte con Corea, hasta el punto de que conservan el idioma.
Sin embargo, en el año 2017, las nuevas generaciones de descendientes de coreanos residentes en Rusia consideran que estas diferencias son, cada vez más, algo propio del pasado.