A medida que pasan los días, la tensión entre EEUU y Corea del Norte incrementa. Esta escalada en la península de Corea se debe principalmente a dos razones.
"Si nos fijamos en varios de los conflictos directos que surgieron entre Corea del Norte y EEUU en más de 60 años, nos daremos cuenta de que Pyongyang casi nunca perdió una batalla", escribe el periodista, por lo que es difícil esperar que el país asiático sea doblegado.
Entre los ejemplos más destacados, el columnista cita los derrumbes por parte de Corea del Norte del avión estadounidense Lockheed EC-121 en 1969 y al golpe asestado contra el helicóptero OH-58 Kiowa en 1994, entre otros episodios de menor envergadura.
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La otra causa que contribuye a la escalada en la península de Corea es la frecuente demonstración de fuerza por parte de EEUU.
"Al acudir a las armas, Trump mató varios pájaros de un solo tiro. Consiguió quitar la atención de los problemas vinculados con su política interior y consolidó su autoridad en la arena internacional. De hecho, el político, en repetidas ocasiones, había declarado durante su campaña electoral que al llegar al poder, de una manera u otra 'reafirmaría su autoridad'", escribe el periodista.
Además, sus ataques ejercieron la función de intimidación y demostración de fuerza, ya que los misiles de crucero Tomahawk lanzados sobre Siria y 'la madre de todas las bombas' con la cual se bombardeó Afganistán ahora pueden ser utilizados contra Pyongyang, opina el columnista.
Esta suposición se confirma con el hecho que el 9 de abril, Washington dirigió hacia las costas de la península de Corea un grupo aeronaval de la Armada de EEUU. Este equipo lo lidera el portaviones USS Carl Vinson y también incorpora a un crucero con misiles guiados.
Por lo visto, Washington espera que la presión política, el aislamiento diplomático y las sanciones económicas, acompañadas por las acciones militares, al fin de cuentas puedan aplastar a Corea del Norte, opina Teng Jianqun.
Al mismo tiempo, Pyongyang, como siempre, permanece imperturbable y celebra un desfile militar para exponer al público sus múltiples armas.
Es evidente que no es un simple desfile, sino que de esta manera Kim Jong-un quiere dar a entender a EEUU que, al tropezar con una amenaza militar, Corea del Norte no tomará la vía pacífica.
La primera se trata de que el Consejo de Seguridad de la ONU jamás aprobará una resolución que permita a Washington atacar a un país. La segunda está vinculada con la posibilidad de que Pyongyang podría responder bombardeando a Corea del Sur o Japón, en caso de una agresión por parte de EEUU.
"Trump debería pensar dos veces estas opciones antes de tomar una decisión final", advierte el periodista a modo de conclusión.