De acuerdo con el autor, la muerte de los civiles en un supuesto ataque químico llevado a cabo el 4 de abril —en el que murieron más de 70 personas y del que los líderes occidentales responsabilizaron inmediatamente a las fuerzas gubernamentales sirias— provocó una oleada de críticas por parte de las autoridades de EEUU, así como de varios líderes europeos.
Así, el mandatario estadounidense se refirió al presidente de Siria, Bashar Asad, como un "animal" y un "villano". Donald Trump ordenó un ataque con misiles Tomahawk sobre la base aérea siria de Shairat.
Paralelamente, el atentado perpetrado este 15 de abril contra un convoy de refugiados chiíes —en el que perdieron la vida 126 personas, entre ellas 80 niños— inicialmente no fue criticado ni por la Casa Blanca ni por la UE, a pesar de que el portavoz del Departamento de Estado de EEUU, Mark Toner, indicara posteriormente que "la lucha antiterrorista sigue siendo la prioridad de Washington en Siria".
Según subraya Fisk, esto se debe a que el terrorista suicida podría haber sido miembro de la llamada oposición moderada, incluso de los grupos apoyados por los países occidentales.
El autor del artículo hace hincapié en que, a pesar de todas la críticas legítimas que se pueden lanzar contra la "la crueldad del Gobierno de Asad", existen grandes dudas acerca de la implicación de Damasco en el ataque químico del 4 de abril, "incluso entre los árabes, que le miran con desprecio". El periodista hace referencia a la falta de lógica bélica o política de la que habrían hecho gala las fuerzas gubernamentales para perpetrar un ataque semejante, habida cuenta de la extrema presión internacional sobre el uso de armas químicas.
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Lo más triste es que la reacción de Occidente frente a los dos incidentes demuestra claramente su postura parcial en el conflicto, puesto que califica a los niños suníes de "bellos y pequeños" —según las palabras del propio Trump—, mientras que los que fueron víctimas mortales de un atentado contra los hipotéticos partidarios de Asad, perpetrado por "un asesino incómodo", apenas son visibles para los políticos occidentales, precisa Fisk.
"Ni tampoco para Ivanka [Trump]", lamenta el periodista.