De acuerdo con los científicos, los agujeros negros suelen estar cubiertos por una capa de polvo. Sin embargo, tras devorar grandes cantidades de materia, estos objetos se convierten en poderosas fuentes de radiación, lo cual es capaz de destruir parcialmente la capa que oculta el agujero.
No obstante, este fenómeno todavía no ha sido suficientemente investigado y se requieren más estudios para ahondar en sus misterios. Durante la última década, los astrónomos registraron decenas de casos en las que los agujeros negros 'mostraron sus caras' a los telescopios.
Así, los investigadores de la Universidad Estatal de Moscú han estudiado durante seis años un agujero negro ubicado en el centro de la galaxia NGC 2617 —que en 2013 llamó la atención de los astrónomos estadounidenses. La NGC 2617 cambió de tal modo que los telescopios fueron capaces de observar su centro—.
Sin embargo, aún no queda claro si la capa de polvo reaparecerá. Además, se desconoce la frecuencia con que ocurre este fenómeno.