Actualmente, la playa está cerrada al público por riesgo sanitario ante un posible estallido de los cuerpos, que se hallan en estado de descomposición. Posteriormente, los restos de unos 300 calderones serán transportados en camiones hasta un lugar escondido de un parque nacional, donde el proceso de descomposición se completará de manera natural.
"Para evitar la explosión de las vísceras a causa del cúmulo de bacterias en el interior de los estómagos de estos animales, se están realizando agujeros en los restos sin vida de los mamíferos marinos para que sirvan como válvula de escape", según comentó el portavoz del Ministerio de Conservación de Nueva Zelanda, Andrew Lamason, citado por The New York Times.
Más de 400 ballenas piloto, también conocidas como calderones, encallaron en las costas de Nueva Zelanda. La mayoría murió, pero los voluntarios que participaron en la operación de rescate a gran escala lograron rescatar a unas 100.