Este efecto colateral del calentamiento global probablemente afectará no solo a la flora y la fauna de estas regiones, sino también a sus edificios.
Según la opinión de varios científicos rusos e estadounidenses, en el peor de los casos, en 2050 la capacidad de sustentación del suelo en Siberia podría rebajarse entre un 75 y un 95%. Esto provocaría la deformación e incluso la destrucción de muchos de sus edificios.
Aunque la densidad de población en estas zonas es bastante escasa, estas regiones ocupan el 63% del territorio de Rusia.
En las ciudades rusas de Salejard y Anádyr, este apocalíptico fenómeno podría producirse antes de 2025, mientras que en Yakutsk y Norilsk, la catástrofe llegaría solo en 2040, escribe el periódico galo.
Por eso, los investigadores urgen a que en estas regiones se modifique el sistema de construcción de las viviendas.
Según los escenarios más optimistas, la capacidad de sustentación del suelo en estos lugares se reducirá en un 25%. Esto implicaría que alrededor de una cuarta parte de las construcciones de estas regiones podría aguantar el cambio, pero todas las restantes correrán el riesgo de colapsar y causar serios problemas a los habitantes del Extremo Norte ruso.