Si el asesino hubiera sido detenido vivo, eso habría facilitado la investigación sobre el ataque, considera el periodista, a quien le resulta chocante el hecho de que, en vez de reducir al terrorista, los agentes otomanos prefirieran matarlo.
La Policía no utilizó gas lacrimógeno ni disparó a las piernas del hombre. Tampoco trató de convencerlo para que se rindiera.
"Turquía no pudo defender la vida del diplomático, que estaba bajo su responsabilidad. Kárlov es el primer embajador asesinado en Turquía. Es una vergüenza para el país. El Gobierno debe quitar esta carga de los hombros de su pueblo".
El 19 de diciembre, el embajador ruso en Ankara, Andréi Kárlov, falleció en la capital otomana.
El crimen tuvo lugar en el momento en que el ministro de Exteriores de Turquía, Mevlut Cavusoglu, se dirigía a Moscú para reunirse con sus homólogos de Rusia e Irán. El objetivo del encuentro iba a ser discutir la situación en Siria.
Los presidentes de Turquía y Rusia, Recep Tayyip Erdogan y Vladímir Putin, declararon de manera casi simultánea que, con su ataque, el terrorista pretendía dañar las relaciones bilaterales entre Moscú y Ankara.