Esto ocurre porque el Cristo se encuentra en el Parque Nacional de Tijuca, cuya administración gestiona las entradas y los accesos al recinto, que tan solo puede hacerse a través de un tren turístico o de furgonetas del propio parque.
Según Raposo el propio arzobispo de la Arquidiócesis de Río de Janeiro intentó, sin éxito, negociar una salida para que el monumento recibiera una parte de lo que el parque recauda con las entradas.
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Sin embargo, el efecto de la crisis se dejó notar en las empresas que apoyaban al Cristo Redentor, según el párroco, que lanzó una campaña para que los fieles que visitan el monumento aporten una cantidad extra en su visita.