Estos ejercicios de predecir con quién le va a ir mejor a México o a América Latina, si con los demócratas o los republicanos, nos desvían del tema central: "Es una discusión eterna que traslada al exterior los grandes dilemas nacionales", dijo el académico, miembro del Consejo Consultivo del Instituto de México en el Centro Woodrow Wilson, con sede en la capital estadounidense.
"No se puede decir que a un país o una región le va a ir mejor con los azules (demócratas) o con los rojos (republicanos), porque es relativo: en temas migratorios o comerciales puede ir mejor con unos; pero en temas de medioambiente pueden ser mejor los otros, no hay una regla de aplicación universal en todo momento", advierte el analista, que a lo largo de tres décadas ha participado en organismos civiles internacionales de México, EEUU y Canadá, y ahora es investigador de la División de Estudios Internacionales del CIDE.
Por esa razón —prosigue—, "encontrar las coordenadas de lo que en EEUU llaman un 'second guess' (especulación), es un ejercicio bastante estéril", acota el analista y autor de varios libros sobre la relación bilateral, quien desde 2007 pertenece al Comité Internacional de la Cumbre de Migrantes de América Latina y el Caribe.
En las relaciones entre México y EEUU, a veces es más importante tener definida la estrategia que estar de acuerdo o no con los interlocutores en Washington, recomienda el autor del ensayo "EEUU: La prueba de ácido de la política exterior mexicana".
"Lo que cada nación debe tener claro es qué debe hacer en cualquier escenario, estar preparados si se abren o se cierran las fronteras, a personas y mercancías; o si presenta o no un escenario en el que quizá los flujos futuros de trabajadores migratorios se definan en un acuerdo bilateral, y no como hoy, que están a la deriva", resume.
"Mi punto de vista —enfatiza— es que nos irá mejor en la media que México tenga definido el interés nacional, y clarificar la forma como lo va a impulsar y defender ante EEUU", dice el experto, quien formó parte del Grupo de Trabajo Independiente sobre la construcción de una Comunidad de América del Norte, hace una década, auspiciado por el Council on Foreign Relations.
Hace ya muchos años, la identificación del interés nacional y el interés del Gobierno eran uno, "pero esa época quedó atrás, está superada, ahora es más complejo", advierte.
Es cierto que en la región latinoamericana y caribeña dos países atraen la atención de EEUU: México y Cuba, son los únicos que estuvieron presentes en la campaña, dice el investigador, quien escribió en 2011 un extenso ensayo con el ex vice canciller mexicano Andrés Rozental: "Mexico-USA: The Search for a Strategic Vision", publicado en "Obama and the Americas", por la Brookings Institution Press, en Washington.
La herencia de Obama
"Ese nuevo escenario refleja el cambio generacional del electorado de Florida, con predominio de la generación 'millennial' que ahora son votantes", los nacidos entre 1980 y 2000, quienes tienen ahora una posición más abierta y mucho más innovadora hacia el mundo que la vieja guardia del exilio cubano en extinción.
Esa nueva generación reemplaza en las urnas a los llamados Baby Boomers, nacidos después de la Segunda Guerra Mundial hasta los años 1970.
"Hacia el imaginario de América Latina el deshielo con La Habana es uno de los principales legados de Obama, e irá avanzando según lo permita Cuba, que enfrenta su propio cambio generacional", dice el investigador, quien aceptó ser diputado federal del Partido de la Revolución Democrática (PRD, centroizquierda) de 1997 a 2000, el primero de mayoría opositora en siete décadas.
En cuanto al vínculo de EEUU con México, más que pensar si un candidato es mejor que otro, el experto sugiere que "la relación bilateral sufre en la medida en que no seamos capaces de gobernarnos bien a nosotros mismos", dice el autor de "La construcción del sujeto social migrante".
Sin contar con las visitas de altos funcionarios, "en esa relación se dan en forma cotidiana al menos dos contactos gubernamentales bilaterales diarios de alto nivel, como una rutina binacional —revela—, pero lo que cuenta en ese intercambio es la capacidad de cumplir acuerdos, encontrar intereses comunes y prioridades compartidas, por ejemplo, la cooperación fronteriza", puntualiza.
La gran interrogante no es qué hace cada parte, y menos qué hará la parte estadounidense después de las elecciones, que es una pregunta anacrónica: "La gran pregunta es qué queremos hacer juntos en un entorno binacional", dice el analista, que en los años 1990 fue investigador asociado en el Development Group for Alternative Policies (DGAP) en Washington, y miembro del Grupo de Trabajo no gubernamental sobre el Banco Mundial.
¿Queremos renegociar el Tratado de Libre Comercio?, se pregunta: "Entonces —responde—, clarifiquemos en qué estamos de acuerdo y en qué no, puede haber un escenario en que ambas partes ganen, que es algo en lo que no creo, pero si los gobiernos lo creen lo deben poner en blanco y negro", en una relación que supera los 500.000 millones de dólares anuales.
En un análisis tradicional, la simplificación es que si gana Trump, el Gobierno ya actuó al invitarlo a México durante la campaña: "Pero el racismo es hoy extendido en EEUU y no va cambiar aunque gane Hillary Clinton", dice con escepticismo Heredia Zubieta.
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Para comprender la relación bilateral se debe entender que hay enclaves estructurales de largo plazo que a nadie en las campañas de Clinton y Trump le interesan, se lamenta.
El desinterés de Washington
México no está en las prioridades de EEUU, ni en la de los demócratas ni en la de los republicanos, tampoco lo está América Latina ni el Caribe, enfatiza para disolver falsas las expectativas.
¿Y cuáles son las prioridades de EEUU?: "Son China, es su preocupación número uno —qué hacer con esa potencia en materia comercial, climática, en innovación tecnológica y combate a los ciberataques—, y qué hacer con Rusia, Medio Oriente, Afganistán, Irak, e Irán", define.
Solo mucho después aparece la relación con México y América Latina en la lista, dice el experto que dirigió durante cuatro años el Programa de Estudios México-China del CIDE.
"Quienes crean que México es una de las prioridades para alguno de los dos candidatos es porque no las conocen —subraya—, y el resto de América Latina lo es menos todavía", dice el académico posgraduado por la Universidad de Montreal, Canadá, quien ha sido profesor invitado en la American University (Washington DC), y en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) sobre temas bilaterales.
La economía mundial viró hacia el esa región del mundo en los últimos años, y los conflictos más apremiantes están en otras zonas del planeta con energéticos y minerales, "allí están los intereses estratégicos de EEUU", remata.
En la transición final, el presidente Obama va a apostar al reto de hacer realidad el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TTP) en alguna sesión legislativa, programada entre el 8 de noviembre y 20 de enero, apuesta.
"Si gana Trump es imposible que ese acuerdo pase, y si gana Clinton tendría que hacerse a un lado, porque ella se opuso en la campaña, y se opondrá como presidenta electa en la Casa Blanca, por lo tanto, las perspectivas del TTP no son muchas", termina el analista.
