A principios de la década de 1950, Robert Heath, un doctor de la Universidad Tulane (EEUU), llevó a cabo una serie de experimentos neurofisiológicos, durante los cuales descubrió que es posible manipular los centros de placer y de dolor del cerebro a través de choque eléctricos generados por electrodos implantados quirúrgicamente en la cabeza.
El siguiente paso fue crear un dispositivo que pudiese ser usado de manera permanente en el cerebro para inhibir comportamientos violentos. El aparato, alimentado por una pequeña batería y capaz de estimular al cerebro cada 10 minutos con 'corrientazos de placer' fue creado exitosamente
El cerebro regula el comportamiento social de manera distinta en hombres y en mujeres https://t.co/pHdqaixoiu pic.twitter.com/Bwq3CnFtfR
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 3 de novembro de 2016
Actualmente, el 'marcapasos cerebral' del doctor Heath ha sido perfeccionado y su versión más sofisticada, llamada de Estimulación Cerebral Profunda, es usada como tratamiento de algunos casos específicos de la enfermedad de Parkinson, temblor esencial o distonía.
Pese a que la revolucionaria técnica ha sido descubierta hace más de medio siglo, poco se sabe respecto a sus mecanismos y principios subyacentes, una de las principales razones por las cuales el dispositivo sigue siendo poco utilizado actualmente.