Si los integrantes del Comité Nobel Noruego se apegaran estrictamente a la última voluntad del inventor y químico sueco, quien dispuso que una parte de su fortuna se diese "a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y para la celebración y promoción de congresos por la paz", Juan Manuel Santos ni siquiera debía haber sido nominado. Por razones que ignoro, la voz sueca 'fredskongresser' ('congresos por la paz') suele mal traducirse a veces como 'procesos por la paz' ('fredsprocesser'), lo que justifica que en más de una ocasión se haya galardonado el activismo pacifista de un candidato en un conflicto local. El pasado año, sin ir más lejos, se le concedió al Cuarteto para el Diálogo Nacional en Túnez "por su decisiva contribución a la construcción de una democracia pluralista" en ese país tras la llamada 'Revolución de los Jazmines', que en el año 2011 derrocó al dictador Zine El Abidine Ben Ali. En este caso cabe siquiera la excusa de que se premió el resultado del activismo, como mismo sucedió cuando en 1993 Nelson Mandela y Frederik Willem de Klerk recibieron el premio "por su trabajo para el fin pacífico del régimen de apartheid, y por sentar las bases para una nueva Sudáfrica democrática".
Escrúpulos de traducción aparte, al menos en esta ocasión los noruegos tuvieron el buen juicio de no incluir en la premiación a Rodrigo Londoño Echeverri, alias 'Timochenko', el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), cuyo historial no lo convierte precisamente en un símbolo de paz. No ocurrió así en 1979, cuando se le otorgó el Nobel al primer ministro de Israel, Menájem Beguín, de conjunto con el presidente egipcio Muhammad Anuar Sadat, por la firma de los Acuerdos de Camp David en los que se negoció la paz entre ambos países. La desafortunada inclusión de Beguín, con un abultado expediente de sangre en su lucha por la creación del Estado de Israel, hace resaltar aún más la perturbadora ausencia en la lista de premiados de Mahatma Gandhi, quien construyó un país independiente desde la no violencia.