Después del derribo del avión ruso en el Sinaí en octubre de 2015, cuando un empleado del aeropuerto llevó consigo una lata de gaseosa llena de explosivos, Suleiman, según recuerda, se preguntó si un accidente parecido se podría producir en Israel, en uno de los aeropuertos más protegidos del mundo —Aeropuerto Internacional Ben Gurión en la ciudad israelí de Tel-Aviv—.
"Así nació la idea de conseguir trabajo en el aeropuerto. Para hacer las cosas más interesantes, obtuve el permiso de mi conocido para utilizar su pasaporte", explica Suleiman añadiendo que los aspectos físicos de los dos hombres son muy diferentes.
Según destaca Suleiman, nadie en el aeropuerto sospecho del nuevo empleado quien "podía ser un terrorista que robó la identidad de otra persona".
"Recibí la tarjeta de empleado del aeropuerto con el apellido de mi conocido y mi foto, algo que me permitió circular libremente por todo el aeropuerto", precisa el periodista.
Además, enfatiza, que el primer día laboral subió a doce aviones sin que nadie lo siguiera y controlara. En los nueve de los aviones logró colocar las bombas falsas —latas de refrescos y paquetes de cigarrillos—.
Sin embargo, la investigación insólita tuvo algunos efectos positivos.
"Después de que divulgara mi investigación, apareció la información de que en el sistema de seguridad habían sido introducidos algunos cambios para que una situación similar no volviera a suceder", precisa el periodista.
Asimismo, afirma que la Policía no se ha puesto en contacto con el debido a que "se dan cuenta de que no hubo una intención criminal".
