De acuerdo con las fuentes policiales, el incidente tuvo lugar en la ciudad paquistaní de Lahore, donde la víctima, Zeenat Rafiq, fue rociada con keroseno por su propia mamá e incinerada viva en la casa de su familia.
"Al principio ella no quería volver con su familia porque creía que allí la iban a matar. Sin embargo, lo hizo después de que uno de sus tíos garantizara su seguridad", declaró el esposo, el cual fue posteriormente citado por el portal Channel News Asia.
Al mismo tiempo, la policía de Lahore informó que la madre de la joven, tanto como otros miembros de su familia, ya confesaron la responsabilidad por el delito calificado en Pakistán como un crimen de honor.
Según el informe de la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán, en 2015, al menos 923 mujeres fueron víctimas de este tipo de crimen —que implican la venganza por una afrenta al honor familiar—.