“La información se la dimos al Gobierno de México”, dijo un agente de inteligencia estadounidense a corresponsales de la revista semanal mexicana Proceso en Washington, bajo condición de anonimato.
Los agentes estadunidenses que operan en México tenían las coordenadas precisas para cercar al capo que se fugó el 11 de julio de la principal prisión de alta seguridad del país latinoamericano, por un túnel construido hasta la ducha de su celda.
Los agentes de la DEA lo habían rastreado durante semanas y dieron los datos a la Marina de México, el cuerpo más eficaz de las fuerzas armadas contra el crimen organizado, para que desplegara desde principios de octubre a sus hombres en la sierra de Durango “pero los marinos llegaron tarde y éste simplemente desapareció”, dice la versión del semanario mexicano.
El prófugo ha sido detectado desde que se fugó del penal y luego abordó un avión desde el estado de Querétaro en el centro de México hasta el llamado Triángulo Dorado de la Sierra Madre Occidental, entre los estados norteños de Chihuahua, Durango y Sinaloa, territorio controlado por el Cártel del Pacífico que lidera el Chapo.
“Al parecer, la Marina mexicana llegó tarde al punto donde presuntamente lo habíamos ubicado (…); el lugar donde se encuentra el rancho está en un punto de difícil acceso; esa fue la explicación que nos dieron”, puntualiza el reporte.
Con el permiso para espiar en México “el intercambio de información bajo la Iniciativa Mérida (versión mexicana del Plan Colombia) está comenzando a dar resultados notables”, dice la DEA.
La operación fue montada gracias al “trabajo de inteligencia e intercambio de información con agencias internacionales”, dice un comunicado oficial, y detalla que “en días recientes el prófugo realizó una huida precipitada, que de acuerdo con la información recabada, le causó lesiones en una pierna y en el rostro”.