La historia de espionaje se remonta a junio de 2013, cuando el exanalista de la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU (NSA, por sus siglas en inglés) Edward Snowden entregó a los medios, entre ellos al semanario Spiegel, gran cantidad de documentos secretos sobre la actividad de la NSA en Europa, en particular, datos sobre las escuchas ilegales a los teléfonos de 35 líderes europeos, entre ellos la canciller germana.
En la nota de prensa, publicada este viernes por la fiscalía alemana, se precisa que el caso fue cerrado por "falta de pruebas".
Según el documento, los datos filtrados en 2013 no apuntaban directamente que se trataba de espionaje por parte de la inteligencia norteamericana, solo confirmaban que la información sobre las escuchas se encontraban entre los papeles de la NSA.
La entidad también aseguró que no tenía pruebas de que el teléfono de la canciller habría sido intervenido desde 2002.
En los archivos que entregó Snowden aparece el teléfono de Merkel, pero en ningún documento se pudo descubrir el vínculo entre su llegada al poder el 22 de noviembre de 2005 y las escuchas, ni tampoco el uso de este número en el Parlamento, explica la nota de prensa.
Pese a que el nombre de la canciller se menciona más de 300 veces en los documentos, la fiscalía no halló una relación directa entre estos hechos y las escuchas telefónicas.
Sin embargo, en el caso dado no se ha logrado concretizar el lugar, la fecha y las circunstancias que habrían rodeado al supuesto delito.
La fiscalía ha admitido que el caso se podría reabrir en el futuro si se encuentra esta información.
También ha comunicado que prosigue investigando la vigilancia masiva a los ciudadanos alemanes por parte de los servicios secretos de Gran Bretaña y EEUU.