Rusia en la Guerra de las Civilizaciones

© Sputnik / Vladimir Trefilov / Acceder al contenido multimediaVladímir Lepiojin
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Según Vladimir Lepiojin, miembro del Club Zinóviev de Rossiya Segodnya, Rusia no saldrá victoriosa de la guerra de civilizaciones desatada contra ella hasta que no tome conciencia de que es un país-civilización.

Vladimir Lepiojin, director del Instituto de la Comunidad Económica Eurasiática, miembro del Club Zinóviev de Rossiya Segodnya

No es fácil encontrar hoy en día en Rusia a un experto en geopolítica que no conozca la famosa obra del politólogo estadounidense Samuel Huntigton 'El choque de civilizaciones'. Pero son pocos los que la han leído, incluso entre los que se consideran intelectuales. De ahí la incomprensión total del significado real de los procesos actuales en el mundo y en Rusia: desde las causas del desplome del rublo hasta las perspectivas del desarrollo nacional a largo plazo.

Muchos de los representantes de la intelectualidad rusa por algún motivo creen que Rusia está en guerra contra Ucrania y está dispuesta a llevar a cabo una agresión militar en cualquier otro punto del mundo. Entretanto, un análisis civilizacional elemental pone de manifiesto:

а) Rusia no es un simple Estado, es un país-civilización y, por lo tanto, sus actuaciones rebasan los límites de la lógica de un Estado europeo independiente;

b) en el siglo XXI el Mundo Ruso se vio cercado por las civilizaciones consolidadas y emergentes (norteamericana, europea, china, islámica y japonesa) cada una de las cuales, unas de forma disimulada y otras descaradamente, intentan arrebatar a Rusia, trozo por trozo, un poco de "material civilizacional";

c) a causa de la gran extensión de sus fronteras, a Rusia cada vez le cuesta más resistir el empuje de algunos vecinos especialmente ansiosos de hacerse con los recursos naturales rusos y sus vanguardias representadas por el islamismo radical y el euronazismo; dadas las circunstancias, nuestro país no puede, por causas objetivas, acariciar proyectos hegemónicos, su principal objetivo es sobrevivir;

d) para sobrevivir en un mundo cada vez más hostil, Rusia tiene que crear un sistema de defensa no sólo de su territorio, sino también de su identidad sociocultural, es en este contexto en el que se deben colocar el proyecto euroasiático promovido por Rusia, la "jugada" de Crimea y los intentos de proteger a los rusos en Novorossiya;

e) Rusia, por definición, no puede estar en guerra con Ucrania: las preocupaciones locales de la etnocracia de Kiev son incompatibles con el contexto y la envergadura del proyecto ruso; además, no es propio de la mentalidad rusa tomar en serio a los perros que ladran mientras la caravana avanza: Rusia, históricamente, hace frente a los planes agresivos de los que aspiran a la hegemonía mundial.

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Es obvio, entonces, que la situación en Novorossiya no pueda solucionarse coqueteando con las autoridades de Kiev ya que no protagonizan los procesos civilizacionales, al igual que Europa Occidental que se está transformando en un "territorio americanizado". La única forma de solucionar los problemas de los "vagones de remolque" del tren euroasiático (Ucrania, Moldavia, Georgia, los países del Báltico, etc.) es en el marco del Proyecto Ruso que deberá consolidarse en el espacio postsoviético y convertir a Rusia-Eurasia en un actor competitivo de la política mundial.

Creemos que hoy urge prestar más atención a la naturaleza y las características de la guerra desatada contra Rusia. Para comprenderlas mejor merece la pena recurrir a las tesis de Huntington o a las escenas de la famosa novela de ciencia ficción de Herbert Wells 'La guerra de los mundos', ya que el surrealismo de ésta última, a diferencia de los pronósticos científicos fracasados a causa de los acontecimientos de 2014 en Europa, está cada vez más presente en nuestra realidad. En cualquier caso hay que comprender que la moderna Guerra de Civilizaciones posee dos principales dimensiones. La primera es lo que tiene en común con las dos guerras mundiales del siglo XX. La segunda, lo que las diferencia.

Lo común a las tres guerras es que en las dos Mundiales la parte más afectada fue Alemania y en la Civilizacional de ahora parece que volverán a perder los alemanes (junto al resto de los europeos) que han vuelto a caer en la misma trampa: creer que su enemigo está hacia oriente en lugar de hacia occidente.

Pero las diferencias son más. En primer lugar cabe señalar que la Guerra Civilizacional contra Rusia desatada en el momento de imponer las sanciones económicas contra nuestro país no tiene nada que ver con lo ocurrido recientemente en Yugoslavia, Iraq, Libia o Siria.

El golpe de Estado en Kiev, la provocación con el derribo del Boeing malasio, las sanciones económicas, el desplome de petróleo, los ataques contra el rublo, la financiación de la oposición rusa y otras acciones inamistosas de Occidente con respecto a Rusia no son episodios aislados ni operaciones en respuesta a supuestos ataques por parte de Rusia y Vladimir Putin contra algo sagrado. Son eslabones de la misma cadena hegemonista, los elementos de una campaña militar desatada una vez más contra Rusia. Esta vez va en serio y para largo.

La nueva guerra contra Rusia ya no es una guerra entre Estados sino entre las civilizaciones. Su objetivo no es la conquista de los territorios de jure, sino su conquista y posterior limpieza de facto. Las pretensiones del país agresor van más allá de asegurar su supremacía en los mercados locales (nacionales), se trata de conquistar los mercados transrregionales y el mundial.

El plan de una nueva "cruzada" de Occidente al Oriente, lo desenmascaró hace unos quince años el filósofo ruso Alexander Zinóviev quien dijo: "Los dueños de la súper-sociedad global son los seguidores de la causa de Hitler, pero cuentan con una base mucho más sólida de la ciencia moderna y la disfrazan de democracia". (Alexander Zinóviev, 'Un proyecto fracasado') Podríamos añadir que la base no la conforma sólo la ciencia sino las modernas tecnologías de información y otras.

Otra diferencia de la guerra actual de las Guerras Mundiales del siglo XX proviene de la misma naturaleza de las confrontaciones civilizacionales: en ellas nadie consigue quedarse al margen. El agresor, en un intento de romper la defensa del adversario, actúa según este principio: "Quién no está con nosotros, está en contra de nosotros". De ahí que los principales actores de la Guerra Civilizacional, en lugar de los gobiernos nacionales, son organismos supranacionales como la OTAN, la Unión Europea, la PACE, el Tribunal Militar Internacional, etc. que fueron creados para cumplir una función globalizadora y objetivos hegemonistas.

La Guerra Civilizacional se diferencia de las guerras anteriores, llamadas "mundiales" por error (en realidad fueron conflictos intereuropeos en los que participaron EEUU y algunos países asiáticos) también porque hace uso de todos los medios de influencia posibles. Está claro que si Rusia no tuviera armas nucleares, la guerra contra ella se reduciría a un par de ataques nucleares. Pero Rusia posee este tipo de armas, por eso el agresor se ve obligado a usar todo el arsenal de medios disponible — desde la instigación de los conflictos militares en las fronteras del enemigo hasta las medidas de carácter económico…

Pero la principal diferencia entre la Guerra Civilizacional actual y las guerras anteriores está en lo siguiente: las llamadas Guerras Mundiales fueron resultado de la confrontación de los intereses de algunos Estados, mientras la Guerra Civilizacional afecta a procesos profundos, esenciales de carácter planetario. De hecho, es una guerra de diferentes culturas, diferentes modos de vida, distintos valores.

Hay quien piensa que la Segunda Guerra Mundial fue resultado de la confrontación entre el comunismo y el nazismo y, en este sentido, entre dos sistemas de valores. Es verdad que los ideales del sistema soviético eran muy distintos de los valores del mundo capitalista. Sin embargo, los países capitalistas como EEUU y Gran Bretaña lucharon contra la Alemania nazi en el bando de la URSS "comunista". Esto significa que los intereses pragmáticos de las partes beligerantes en esa guerra eran más importantes que las ideologías.

En la Guerra Civilizacional el contexto de la confrontación es mucho más amplio. Para la civilización agresora es importante no sólo someter al enemigo políticamente, sino también aniquilar su economía y su cultura. Esto explica porque en Rusia a la Segunda Guerra Mundial, que se desarrolló en el territorio ruso, se aplica el término la Gran Guerra Patria', mientras que para EEUU y Gran Bretaña fue una guerra "normal" por la influencia mundial y los recursos, y porque la guerra desatada por los euronazis contra la URSS fue una guerra civilizacional. En general, lo fueron todas las guerras importantes de Occidente contra Rusia, como la guerra polaco-rusa a principios del siglo XVII, la invasión de Napoleón 200 años más tarde o de la Alemania hitleriana en el siglo XX.

Como consecuencia de estas guerras de Occidente contra Rusia, el Mundo Ruso en los últimos cien años fue considerablemente debilitado y reducido, una tendencia que se conserva hasta ahora. Para comprobar que la principal característica de la Rusia moderna es, lamentablemente, la 'descivilización sistémica' que conduce a una inminente extinción, proponemos contrastar algunos datos basándonos en los trabajos de los sociólogos rusos Borís Kuzik y Yuri Yakovets.

Indicadores civilizacionales (1913 – Imperio ruso,

1970 – URSS,

2011, 2020 – Federación de Rusia)

1913 1970 2011

2020

(pronóstico)

2020

(pronóstico)

% de la población mundial

 

8,7 – 9,3 4,4 2,2 1,8 0,8

% del PIB mundial

 

8,5-10 11-14 2,1 1,8 0,9

% de la industria mundial, en particular

— industrias de alta tecnología

— construcción de aviones civiles

5,3

— 

— 

17-19

7-8

30-32

4,2

0,2-0,3

0,7-0,8

3,8

0,1

0,5

1,9

0,01

0,1

% de la producción agropecuaria

 

11,1 3,4-6,9 2,0 1,7 1,1

Terriotorio (millones de kilómetros)

 

26 22 17 ?? ??

 

Tabla de los principales indicadores civilizacionales formales y cuantitativos

La tabla de los principales indicadores civilizacionales formales y cuantitativos (extensión territorial, población, % del PIB mundial) pone de manifiesto que la Rusia moderna no puede competir con el Imperio ruso ni con la URSS. Peor aún se presenta la situación en torno a los indicadores cualitativos, entre los que hay que destacar el proceso de erosión cultural y fuerte incremento de la influencia de elementos de otras civilizaciones integrados en el sistema estatal ruso, en primer lugar se trata de la civilización occidental (euro-estadounidense) e islámica (sunita), pero también de la china (confucionista) y tibetana (budista).

Y por último. Hasta ahora en todas las guerras que devastaron países y continentes, siempre hubo vencedores y perdedores. Los derrotados perdían su soberanía, pagaban reparaciones de guerra a los vencedores, abandonaban el escenario mundial o regional al no poder competir con el resto de los actores, etc. Pero ninguna nación perdedora, al menos, una nación grande, a consecuencia de sus fracasos militares fue eliminada como unidad antropológica específica.

En cambio, la Guerra Civilizacional desatada contra Rusia tiene por objetivo ni más ni menos que borrar de la faz de la Tierra al pueblo ruso como tal.
Desde luego esto no supone fusilar físicamente a cien millones de personas. La Guerra Civilizacional es, sobre todo, una guerra sociocultural y su método principal es la recodificación del arquetipo de la civilización perdedora y la aniquilación de las características esenciales de su cultura.

En caso de Rusia se trata de la ortodoxia, de la historia rusa, del alfabeto cirílico, de los estilos artísticos nacionales y, al fin y al cabo, de la gran lengua rusa. De esta manera, mientras Rusia no tome conciencia de que es un país-civilización, mientras sus élites no se armen de una ideología civilizacional que se base en los valores inmanentes de la civilización rusa, el Mundo Ruso no saldrá victorioso de la guerra de civilizaciones desatada contra él. Así lo dijo el "Zaratustra ruso", Alexander Zinóviev.

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