"No tengo nada en contra de la élite o quienes practican las caceroladas. Sin embargo, creo que es ridículo que un grupo de ricos salga a la ventana de sus apartamentos de 10.000 dólares el metro cuadrado a golpear sus cacerolas pensando que están luchando para cambiar el mundo", explicó Coutinho quien pudo escuchar claramente a los vecinos de los barrios exclusivos de Sao Conrado y Leblón desde su domicilio en Rocinha.
"Está claro que debemos manifestarnos porque hay mucho por lo que reclamar, pero no recuerdo que ninguno de ellos golpease sus cacerolas cuando hace un mes la policía mató a un niño de 10 años en una favela", añadió el opinador quien tampoco se declara a favor del gobierno de Rousseff.
En su opinión, más allá de los intereses partidistas de la élite y la oposición, los intereses de la clase trabajadora tienen otras preocupaciones por lo que no se ven representados en las caceroladas y reconoce que tanto a él, como a muchos de sus vecinos de Rocinha, "les causa cierta irritación que la voz de esa élite nunca se manifieste en defensa de los menos favorecidos".