El gobernador de Okinawa, Takeshi Onaga, alegó la semana pasada que la construcción de la nueva base estaba dañando el coral de la costa del noreste y ordenó detener los trabajos.
Sin embargo, el ministro de Pesca, Yoshimasa Hayashi, ha anulado esa suspensión hasta que ese daño sea comprobado, lo que en la práctica supone la reanudación de las obras empezadas en agosto pasado.
La medida del Gobierno de Okinawa, "suponía un grave riesgo para la diplomacia y la política de defensa por el impacto negativo en las relaciones entre Japón y Estados Unidos y en los residentes de la zona de Futenma", ha justificado el Ministerio en un comunicado.
El conflicto nace en 1996 con el proyecto de trasladar la base militar desde Futenma, en el centro urbano de la isla, hasta Nago, una zona poco habitada situada a 50 kilómetros al norte.
Pero el traslado también ha encontrado la oposición de los residentes de la costa, que piden que se traslade a otra zona de Japón o incluso fuera del país.
Las protestas contra la presencia militar estadounidense en la isla han sido constantes en las últimas décadas.
El anterior gobernador, Hirozaki Nakaima, había defendido su expulsión de Okinawa, pero cambió de opinión cuando en 2013 Tokio prometió aumentar las inversiones en la isla.
Los electores juzgaron el movimiento como una traición y lo echaron en las siguientes elecciones del cargo, que desde entonces ocupa Onaga.