En tanto, el sector poblacional que menos valoró la importancia de la segunda enmienda fue el de los residentes asiáticos. Solo un 8% de los encuestados señala que dicha enmienda juega un rol fundamental a la hora de garantizar la seguridad ciudadana. En general, los descendientes asiáticos expresaron un alto nivel de confianza en las fuerzas del orden público conformadas por la policía y los sheriffs, superando a los demás grupos étnicos con un 55% de aprobación. Según el Pew Research Center, los norteamericanos de origen asiático son el grupo étnico de mejor nivel educacional y mayores ingresos.
En cambio, solo un tercio de los afroamericanos residentes en Estados Unidos expresó sentirse protegido por la policía. Estos resultados pudieran deberse a la violencia policial y el racismo contra este sector étnico, tendencia que se ha tornado más visible en los últimos años, con múltiples incidentes en los que han muerto afronorteamericanos desarmados a manos de policías blancos.
La Segunda Enmienda establece el derecho de los ciudadanos norteamericanos a poseer un arma como garantía de su seguridad. Sin embargo, esta ley ha sido fuertemente criticada tras una serie de incidentes sangrientos en el país relacionados con el mal uso de armas.
Uno de los episodios más letales tuvo lugar el 14 de diciembre de 2012, cuando seis adultos y 20 menores perdieron la vida a manos del asesino Adam Lanza, en la escuela primaria Sandy Hook. Lanza, diagnosticado por problemas psicológicos, recibió la autorización para comprar varias armas de fuego semiautomáticas, parte de las cuales utilizó en Sandy Hook durante el ataque.