Francisco instó a lograr un arreglo de la crisis en Ucrania lo más rápido posible, señalando que el país se ha convertido en "escenario de choques dramáticos" y propuso a las partes en conflicto "reanudar el avance por el camino de la confianza mutua y la reconciliación fraterna".
El papa se refirió también a la crisis en Oriente Próximo señalando la necesidad de retomar el proceso negociador con el fin de lograr el cese de la violencia y una solución que permita la coexistencia pacífica de los pueblos palestino e israelí "en el marco de unas fronteras con una delimitación clara y que sean reconocidas por la comunidad internacional".
El pontífice habló asimismo de la necesidad de dar una respuesta a la agresión del Estado Islámico contra los cristianos y otros grupos religiosos y étnicos.
Exhortó a los líderes religiosos, políticos e intelectuales, sobre todos los musulmanes, a condenar cualquier interpretación fundamentalista y extremista de la religión que vaya dirigida a justificar la violencia.