"Creo que Rusia es un país surrealista y dadaísta": entrevista con Daniel Utrilla

© RIA Novosti . Pyotr Chernov / Acceder al contenido multimediaEl periodista toma vistas de Moscú
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‘A Moscú sin Kaláshnikov’, el nuevo libro de Daniel Utrilla que sale este lunes en España, compagina géneros tan distintos como una novela de formación, las crónicas de once años de vida en la capital rusa como corresponsal de El Mundo y una guía de la ciudad. En una entrevista a RIA Novosti el autor explica el porqué de esta obra y de su amor por Rusia.

‘A Moscú sin Kaláshnikov’, el nuevo libro de Daniel Utrilla que sale este lunes en España, compagina géneros tan distintos como una novela de formación, las crónicas de once años de vida en la capital rusa como corresponsal de El Mundo y una guía de la ciudad. En una entrevista a RIA Novosti el autor explica el porqué de esta obra y de su amor por Rusia.

¿Por qué decidiste escribir este libro?

La idea está concentrada en el título: ‘A Moscú sin Kaláshnikov’ aporta una imagen diferente. Soy consciente de los problemas que tiene este país y que no ha resuelto, es un país que ha pasado por una experiencia traumática primero de totalitarismo, luego, más traumática casi, de la transición loca al capitalismo. No podemos pretender que en diez años Rusia sea una democracia perfecta que es lo que quiere Occidente. Pero los periodistas que trabajan en Rusia tienen normalmente esta mirada prepotente de alguien que le va a explicar a los rusos lo que deben hacer y yo he querido escribir un libro en contra de esa postura. También he querido que este libro interese tanto al que sabe mucho de Rusia como al que no sabe absolutamente nada. Ha sido el gran reto. Yo quiero que se acerquen a Rusia aquellos que no la conocen. El libro que se puede leer como una novela. Ahora, todos los personajes, por extraños que parezcan, son reales.

¿Y cómo son esos personajes?

En Rusia me he encontrado con historias que están en la frontera entre la realidad y la ficción. Hay una cantidad de historias que cuando las escribes no parecen reales. Un día me encontré en el metro de Moscú una octavilla con la cara de Franco y una oración que decía: “San Francisco Franco, reza por nosotros”. Era una secta que adoraba a Franco. Lo consideraban como al caudillo que había frenado el bolchevismo en España y, por lo tanto, lo veían como un líder espiritual. Sabían mucho de la historia de España. Yo fui a una reunión de aquel grupo y cantaban, rezaban y hacían poesías a Franco, levantaban el brazo. Escribí sobre ellos un reportaje en 2001 y un lector me envió una carta diciéndome que no se lo creía. También en el libro aparece Guerman Sterligov, el oligarca que en el año 1990 fundó la bolsa de Moscú, se le consideró el primer millonario soviético. Y después de ser un oligarca se retiró al campo y vive como un campesino del siglo XIX, con barbas, a 150 kilómetros de Moscú… Creo que esas vidas extremas son muy propias del alma rusa.

Pero esta alma ¿realmente existe?

Sigo buscando. Es un concepto que tiene un origen literario. Es verdad que esa alma rusa que anhela justicia tiene poco que ver con la Rusia actual. Cuando llegué, no la veía por ninguna parte. Uno de los planteamientos del libro es que hay dos Rusias, la Rusia preexistente y la actual, que para mí son igual de importantes. Creo que no estaría viviendo en Rusia si no existiera Tolstoy. Mi atracción por el país es inminentemente estética. Me enamoré de Rusia antes de llegar y esa es la clave. Cualquier persona que llega a ella sin haberse interesado por su cultura, probablemente no se sentirá muy atraída porque es un país agresivo, donde hay mucho movimiento, es todo muy trepidante, sobre todo en Moscú.

De las ideas que tiene la gente en Occidente sobre Rusia, ¿cuáles se confirmaron y cuáles no?

La imagen de la frialdad que tenemos es falsa. Yo definiría a los rusos como un volcán con las laderas cubiertas de nieve. Aparentemente son personas muy serias pero basta con echar un poco de vodka en el cráter del volcán para que explote. La primera de las sorpresas que me llevé cuando llegué fue que los rusos no estaban serios constantemente y la gran cantidad de comedias que hubo en la época soviética. Nosotros teníamos la imagen del ruso como un robot insensible y resulta que en los años 50, 60, 70 el cine estaba lleno de comedias. Que se bebe es verdad, y mucho, es una enfermedad en varios casos, un problema social. El frío es cierto. La belleza de la mujer rusa es cierta. Es decir, hay unos estereotipos que son ciertos. Tampoco en el libro voy cantando lo bonito que es todo en Rusia. De hecho, hay una parte donde yo hablo de las incomodidades cotidianas de Moscú.

¿Por ejemplo?

La costumbre que tiene la gente de no apagar el móvil en el cine, incluso me ha pasado alguna vez en el teatro; los cortes del agua caliente anuales de profilaxis, es algo que me desconcierta porque nadie me ha conseguido explicar por qué se hacen todos los años. Quizás lo peor son los tamadás (animadores) de las bodas. Los peores días de mi vida los he pasado en las bodas rusas. Son auténticos torturadores que no tienen compasión por la gente: yo le digo “por favor, no me saques” pero mi nombre resuena a continuación y tengo que ir a bailar con la pata coja o ponerme un gorro con coletas. Tampoco soporto que me piten en un paso de cebra. Y el frío que es una experiencia sobrenatural.

¿Qué echas de menos cuando sales de Rusia?

A mí me encanta el surrealismo y creo que Rusia es un país surrealista y dadaísta. Por ejemplo, hay inventores locos. Recuerdo a uno que construyó unas pirámides huecas por toda Rusia diciendo que en su centro se produce un equilibrio kármico. Uno se mete en la pirámide y todo se ordena, las enfermedades desaparecen, etc. También entrevisté a un señor que está buscando yetis, dice que hay 30 por la provincia de Kemerovo, en los Urales. Otro que es ufólogo y está investigando el fenómeno de Tunguska. Según su teoría el meteorito fue destruido por una nave extraterrestre que nos salvó de la hecatombe. Afirma que sabe dónde están los restos de la nave espacial y quiere organizar unas expediciones. Estuve a punto de irme con él. Esto me parece fantástico. Lo echo de menos en España. A mí lo que me gusta de los rusos es su entusiasmo por la vida, su obsesión a veces enfermiza por cosas. Para estar vivo tienes que estar obsesionado por algo. En mi caso es Rusia y el Real Madrid.

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