El centrocampista aragonés Alberto Zapater fichado actualmente por el ruso Lokomotiv compartió con RIA Novosti sus impresiones de Rusia y los rusos, su visión de las perspectivas de la selección española y su confianza en una rápida recuperación de la lesión.
- ¿Cómo te encuentras en Rusia?
- Los futbolistas hemos llegado para hacer lo que nos gusta, que es jugar al fútbol. Sin embargo, mí me está costando mucho el tema de la inexpresividad, hay veces que pueden estar diciendo “me caes fatal” como “qué buena persona eres”, por la cara que ponen no se sabe… Los rusos no mueven mucho la boca y los brazos. A la hora de trabajar, de entrenar en el día a día que hay veces que dices: “Este está enfadado” y no es que esté enfadado, es que es así. Cuando me operé, volví después de dos meses y alguno me saludó como si me hubiera visto ayer. Es muy diferente la forma de ser.
- Pero ¿te comunicas con la gente de aquí?
- Hay veces que sólo por el hecho de pensar: “No me va a entender”, no me comunico. La gente no maneja mucho el inglés y al final soy yo el que tiene que adaptarse, no ellos a mí. Mi novia está muy contenta en Moscú, le encanta. Se coge el metro y se va al centro. Se conoce Moscú de arriba abajo. Viene gente y les enseña todo Moscú. Al Kremlin ha entrado mil veces, a San Basilio, a los museos, a todo. Me gustaría estar muchos años aquí. Como deportista, digo: “yo sólo quiero prepararme, entrenar”. La verdad es que las condiciones son increíbles. Estas bases en España no existen. En España solemos tener aficionados o periodistas en los entrenamientos y aquí no hay ese seguimiento. Aquí es más aislado, es como decir, “mira yo me preparo y ya está”. En España o en Italia hay veces que incluso entrenándote tienes presión porque te están viendo. Al acabar el entrenamiento hay muchos aficionados esperando. Aquí no lo he vivido.
- Y ¿qué es lo que prefieres?
- Al final, lo que mueve el fútbol es la afición. Ahora que no tengo lo otro, lo echo de menos. Pero antes, cuando lo tenía, a lo mejor hubiera estado a gusto como estoy ahora. Ahora en España suelen hacer días a puerta cerrada que no entran los aficionados también porque durante el entrenamiento quieren preparar cosas sin que se vean. Entiendo también que la base del Lokomotiv está muy lejos, es complicado para llegar. Lo ideal sería la mezcla, hay que prepararte para jugar pero a la vez también vivir de la gente, de los aficionados.
- ¿Los entrenamientos en Rusia son diferentes?
- Aquí hay muchas cosas muy diferentes, de mentalidad, de forma de trabajar, de forma de ver las cosas. Yo pensaba que no. Por ejemplo, para mí entrenar es sagrado. Un futbolista, juegue o no, sea quien sea, tiene que entrenar, para mí es sagrado. Yo creo que para que estar bien el domingo, uno tiene que entrenar como juega. Entonces se crean unos hábitos de entrenar como se juega, de ser competitivo para llegar al partido y jugar como se ha entrenado durante la semana. Aquí es un poco diferente. Pero al final la forma de entrenar, yo creo que en el mundo del fútbol se está rigiendo por mucho balón, no hay tanto físico como antes.
- ¿Te estás recuperando de la lesión?
- Es como una pesadilla que no acaba, una espiral donde me he metido y no salgo. Yo jugué el año pasado con muchas molestias, hice demasiados esfuerzos que no debía haber hecho por aguantar y acabé el año. Después me operé en Roma de una hernia inguinal. Se supone que esa era la solución de mis problemas de pubis. Yo creo que los problemas de pubis venían también a raíz de los campos de fútbol que es algo que tampoco me gusta.
- ¿Por qué?
- Por algo inevitable, el tiempo. Es algo que no se puede cambiar. Porque aquí, nieve o no nieve, entrenas. O tienes que entrenar en un campo sintético… que no sé qué es mejor. Pero es algo que no se puede cambiar, es difícil.
Me operé, volví, los cinco primeros partidos del campeonato los jugué pero algo no funcionaba, no podía esprintar, me dolían otras zonas, me dolía el aductor. Me dijeron que se me iba a hacer crónico, que tenía que parar. Yo dije que no y continué pero llegó un momento que yo vi que es estar entrenando con dolor y no ser competitivo. Es imposible. Yo en ocho años como profesional nunca me había lesionado, a mí no me gusta dejarme ni un entrenamiento. Entonces me fui a Barcelona al famoso doctor Cugat que me dijo que me tenían que operar de los aductores. Ahora estoy esperando que llegue un día que no me duela. Es impotencia porque veo que no puedo correr como me gustaría. Mi corazón y mi cabeza quieren pero no puedo. Entonces intento entrenar con el equipo e ir cogiendo que un día el dolor desaparezca. Y aún tengo esta ilusión de por lo menos jugar un partido. Sigo al equipo como si estuviese en él pero realmente estoy lesionado. También sufro la situación porque podríamos estar mucho más arriba y no es fácil porque no puedo ayudar. Yo incluso viajo con el equipo, hay veces que para quedarme en casa y ver el partido en la tele, prefiero ir y por lo menos sentirme que estoy dentro del equipo porque ya es mucho tiempo sin jugar.
- Juegas en un club presidido por una mujer. ¿Cómo es? ¿Qué trato tenéis?
- Ella suele venir mucho al vestuario, a los partidos. Se nota que lo vive mucho porque cuando ganas se alegra como la que más, da besos, abraza. Y lo sufre mucho. Yo sé que para la mujer el mundo del fútbol suele ser muy machista y es complicado. Desde el año pasado también tenemos una preparadora física, María. Trabaja con nosotros y no es fácil, incluso es más difícil, porque tiene que estar con nosotros aquí el día a día. Puedo decir que es de los mejores profesionales que hay aquí en el club, si no la mejor. Tiene ilusión por trabajar, por mejorar, no le importa preguntar, quiere aprender… Y yo no me fijo si es mujer o no, realmente cuando estoy con ella, estoy encantado, porque se ve que es una profesional increíble y va a ser mejor porque quiere seguir aprendiendo.
- ¿Desde pequeño querías jugar?
- Sí, como todos… Desde pequeño soñé con el fútbol. Yo vivía en un pueblo, siempre estaba con el balón y viendo fútbol. Es el deporte rey en España también porque lo meten en vena: se hace un colegio y se ponen dos porterías. A los diez años me fui de mi casa para irme a la ciudad porque el Zaragoza me fichó. Me fui a vivir con mis tíos. A partir de allí cambió mi vida, yo dejé a mis padres, a mi hermano, a mis amigos y me fui a vivir a la ciudad. Con 10 u 11 años, me acuerdo de llorar, de querer dejarlo. Pero los años fueron pasando, yo pasé por todas las categorías inferiores del Zaragoza. Desde los 11 años tenía muy claro que yo quería ser futbolista, que iba a hacer todo lo posible por conseguirlo.
- ¿Qué es lo más importante para triunfar?
- No he tenido juventud, no he tenido sábados por la noche de salir de fiesta, no he salido con mis amigos, no he bebido alcohol, no he fumado. Siempre he tenido muy claro lo que tenía que hacer para llegar, no me puedo reprochar que no lo hice. Luego, también hay que tener mucha suerte. No porque haciendo todo eso se llega a triunfar pero si no lo hubiese conseguido, por lo menos, no me hubiese reprochado que no hice todo lo posible. Con 19 años me llamaron para ir con el primer equipo, a la pretemporada, al primer partido oficial de la temporada, y era la parte del título de la Supercopa de España, me jugué dos partidos contra el Valencia y gané un título. Yo estaba entonces en la nube. De repente a los que veía por la tele e idolatraba, a Villa, a Milito, los tenía como compañeros, y me ayudaron muchísimo. Es muy complicado, está claro que hay que tener suerte, pero creo que hay que estar preparado para cuando llegue. El tren tiene que pasar pero cuando pase uno tiene que estar preparado. Imaginemos que pasase ahora, yo estoy lesionado, no lo cogería.
- ¿Qué es el fútbol para ti?
- Yo vivo mucho el fútbol, estoy las 24 horas pensando en fútbol. Para mí es una forma de vida, a mí no me vale solo venir aquí y entrenar. Uno entrena también por la tarde, también hay que vivirlo. Yo sé que es complicado sentir lo que yo puedo sentir por el Zaragoza, que es mi club, por el Lokomotiv, como sentimiento, como de corazón. Pero como profesional si tuviera que hacer lo que fuera por el Lokomotiv, lo hago. Es una oportunidad increíble. Estoy en Rusia porque han apostado por mí. Yo entiendo que es difícil sentir como lo que puedo sentir por el club de toda mi vida. Pero ahora mismo estoy aquí y sufro como si fuese de toda mi vida.
- Y hablando del fútbol español ¿qué te parece, la selección española podría repetir su éxito? ¿Es posible?
- Creo que en España vamos a dar gracias de todo lo que ha pasado cuando ya se retiren algunos jugadores. Entonces vamos a darnos cuenta de lo que ha pasado. Yo, sobre todo, me quedo con Хavi, creo que es el jugador que ha marcado el cambio de tendencia del fútbol español. De pensar en jugadores físicos que tienen que correr, ser fuertes y competir, a decir: “Nosotros tenemos jugadores buenos, calidad, técnica, aunque sean pequeños, o sea, lo que tenemos que hacer es tener el balón y jugar al fútbol”. No tirar el balón el largo, no ir a segundos balones… Ahí hubo un entrenador, Luis Aragonés, que dijo: “Tenéis que creer que vosotros sois los mejores”. Y ahí cambió. Seis o siete años es mucho. España ha ganado la Eurocopa y el Mundial, no lo ha hecho nadie. Un español se enorgullece, ya no solo de que haya dos títulos sino que valora también cómo lo han hecho. Va todo muy unido a España y también al Barcelona, a su forma de jugar porque al final en la selección hay muchos jugadores del Barça. A los jugadores españoles que estamos fuera nos miran de otra forma. A mí no me gusta ir sacando pecho pero sí que ahora que tienen más respeto a uno por el hecho de ser español y eso es un orgullo.
Yo he sido compañero de ellos y para mí es la mejor selección española de historia. Muchos jugadores de la selección han sido mis compañeros en la Sub-21. Otros están jugando en segunda división. Yo debuté en la Sub21 con Iñesta y he jugado tres años con él. Allí estaban Iñesta, Sergio Ramos, Cazorla, Cesc, Silva. Luego he ido al Mundial Sub-20, he jugado con Albiol y Llorente también … Todos han sido campeones. Tengo una envidia sana pero me alegro porque he jugado con ellos y es increíble. Es el sueño de todo jugador: defender a su país y ser campeón.
En España ahora estamos como estamos económicamente, la gente está en el paro. Aun estando así el fútbol consigue que la gente se olvide el fin de semana. Es un poco triste porque realmente el fútbol no nos va a sacar de las penas pero la gente se olvida por dos horas de los problemas que tiene en casa. La selección española ha hecho que toda España salga a la calle a celebrarlo. Ahora, alguien me diría ¿y porqué no hacen eso para quejarse sobre lo que está pasando? Que hay mucha gente que lo dice: ¿cómo puede ser que cuando gane la selección española se echa todo el mundo a la calle, y no se echen porque quieren privatizar la sanidad? Pero es un fenómeno. Todo el mundo es del Barcelona o del Real Madrid. Me parece injusto pero es algo que no se puede cambiar. Es el pez que se muerde la cola. Si ponen en las noticias una noticia del Zaragoza, uno del Barça va a cambiar de canal. Quiere que hablen del Barça o del Madrid. Entonces como al final ven siempre el Barça o el Madrid, todo el mundo quiere que se hable del equipo que gana, que es lo más fácil. Y eso es algo que no puedes cambiar, a la gente le gusta el fútbol. Se puede hacer cualquier otra cosa o traer al mejor cantante de la historia y lo ponerlo cada dos semanas en Madrid y no se llena el Bernabeu. Mucha gente va y ve el partido, otros van y comen pipas, pero la gente va al fútbol.
- ¿Cómo podrías describirte en diez palabras?
- Eso hay que preguntarlo a mi novia. A ver. Soy tozudo, muy estricto, muy disciplinado, bastante serio, tímido, me considero una persona… ¡Es que no me gusta hablar de mí! Lo bueno se supone que tiene que decirlo otra persona. Soy una persona honesta y creo que lo más importante que hay en la vida es ser honesto y noble. Si uno se porta bien al final la vida se lo devuelve, no se debe dar esperando recibir. ¿Qué más puedo decir? Tengo también muchos defectos.
- ¿Puedes citar alguno?
- Seguramente, alguna cosas que he dicho. He dicho que era bueno, igual es un defecto. Igual el ser demasiado estricto o demasiado disciplinado es un defecto, quizás no disfruto la vida tanto como la podría disfrutar. Porque al final los extremos no son buenos. Ni todo es negro, ni todo es blanco. Hay veces que es gris. Debería no pensar tanto. Pienso demasiado. Soy muy observador, me fijo mucho en las cosas. Lo que es bueno pero igual es malo porque yo veo muchas personas que son más viva la vida y son más felices.
Por María Dunáeva
