Una familia de adeptos de la secta de Pentecostés durante tres años cuidó en su casa el cadáver de un hombre a la espera de su resurrección, pero al no producirse el milagro, abandonaron el cuerpo momificado, reveló hoy la policía de la provincia de Yarosláv, en el centro de Rusia.
El cadáver del hombre envuelto en bolsas de plástico fue encontrado en un campo de la aldea Semibrátovo, y la fiscalía abrió un expediente por homicidio.
Posteriormente, la investigación estableció que el hombre murió de muerte natural, que en vida se dedicó a la predicación de la secta, y que era padre de una familia integrada por su esposa y seis hijos en edades comprendidas entre los cinco y catorce años.
“La viuda, que padecía un trastorno mental, decidió que el hombre debía resucitar y durante tres años conservó el cadáver en una habitación de la vivienda”, dijo un portavoz de la policía.
Durante todo ese tiempo la familia vivió en la vivienda con el cadáver que por orden de la madre era visitado por los hijos para conversar y alimentar al difunto.
“Por el temor de impedir la realización del milagro, la mujer no entraba a la habitación del difundo y los niños que comprendían que su padre estaba muerto y su madre irremediablemente enferma, le decían que hablaban con su padre”, comento el portavoz.
Según la policía, la familia pudo vivir indefinidamente esa situación, hasta el pasado mes de julio, cuando por razones económicas, la viuda tuvo que abandonar la vivienda, para vivir con parientes en otra aldea.
Dos de las hijas de catorce y nueve años envolvieron el cadáver del padre en bolsas de plástico y lo abandonaron en un campo donde fue encontrado por la policía.
Una vez esclarecido el asunto, la fiscalía suspendió la investigación penal, un peritaje médico estableció que la mujer no representa una amenaza la sociedad y que los seis niños, a pesar de la insólita experiencia, no padecen problemas psicológicos graves.
