El fondo del mar Báltico está plagado de peligrosos vestigios de la II Guerra Mundial que podrían suponer una amenaza para la población de la provincia de Kaliningrado, enclave ruso entre Lituania y Polonia, advirtió el portavoz del Servicio ruso de Trabajos Submarinos Gosakvaspas, Yuri Ivanov.
Según el funcionario, un total de 123 barcos yacen en el fondo del Báltico frente a Kaliningrado, la mayoría de ellos son buques de la Armada nazi que fueron hundidos tras la derrota de Alemania en la guerra y que podrían tener armas sin estallar a bordo.
Además, se han detectado restos materiales de la guerra en pleno centro de la ciudad rusa, en el fondo del río Pregolia, donde podrían yacer incluso tanques y cañones, además de numerosas armas y municiones.
Todos esos artefactos son potencialmente peligrosos y representan una amenaza para las embarcaciones que navegan por el río, advierte el director de Gosakvaspas, Nikolái Sheremet, quien también denuncia la falta de voluntad política para proteger a la población.
“Nos hemos ofrecido para trabajar en la zona, pero por ahora no hay ninguna decisión por parte de las autoridades”, lamenta el funcionario, a la vez que reclama un “programa específico y órdenes concretas al respecto”.
Mientras tanto, un equipo de 21 buzos de Gosakvaspas trabaja desde el pasado viernes a bordo de una barcaza alemana hundida a 15 metros de profundidad y a 1,5 kilómetros de la costa con un gran cargamento de municiones.
Los primeros 530 de los proyectiles que se encuentran a bordo de la nave fueron recuperados y destruidos en 2010, poco después de que fuera localizada la propia barcaza. No obstante, posteriormente estas labores se suspendieron debido a unos trámites burocráticos que han tardado dos años en resolverse.
En los primeros tres días tras la reanudación de la misión, los buzos de Gosakvaspas lograron recuperar 64 artefactos, principalmente proyectiles de 152 milímetros. Según estimaciones preliminares, el buque podría albergar de 10.000 a 12.000 unidades de municiones, entre las que incluso podría haber armas químicas.
La primera fase de la operación prevé trabajos de desminado en la cubierta principal de la barcaza, en la que se encuentra un gran número de armas. A continuación, se explorará el interior del buque con ayuda de varios robots submarinos.
Una vez recuperadas, las municiones se trasladarán a la costa para ser destruidas. Según está previsto, la operación concluirá en un plazo de tres años.
