Rusia no tiene diseñada estrategia alguna ante posible desestabilización en Afganistán tras la retirada de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) en 2014, reconoció el representante especial del presidente ruso para al país asiático, Zamir Kabúlov.
“Rusia no tiene ninguna estrategia. Si las cosas van mal del todo y vuelve a estallar una guerra civil por motivos étnicos, habría una respuesta por nuestra parte”, declaró Kabúlov en una rueda de prensa en RIA Novosti.
Según explicó, la mayoría de los países con los que Afganistán linda al norte pertenecen a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) que agrupa a siete de las antiguas repúblicas soviéticas (Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguizistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán) y que tiene establecido el correspondiente procedimiento para este tipo de casos.
El representante ruso para Afganistán puso en tela de juicio la capacidad del país asiático de garantizar la seguridad nacional de forma autónoma después de 2014. Según está previsto, a partir de ese momento la seguridad afgana correrá a cargo de unos 300.000 soldados y policías nacionales.
“Lo más seguro es que el Gobierno afgano necesite ayuda externa más allá del año 2014”, opinó Kabúlov.
Al mismo tiempo, el diplomático ruso señaló que Moscú no ve claro el estatus de las bases militares que Estados Unidos prevé desplegar en Afganistán tras la retirada de las tropas aliadas en 2014.
“El acuerdo entre Kabul y Washington sobre esas bases aún no está firmado y se prevé cerrar dentro de un año. Este acuerdo regularía, según se nos explica, tanto el estatus de las bases militares, como los derechos de los soldados estadounidenses en las mismas”, apuntó.
No obstante, Rusia “no tiene una idea clara de cómo y por qué, pero sí una pregunta clara, la de para qué”, agregó Kabúlov, al tiempo que recordó que la ISAF cuenta con un mandato del Consejo de Seguridad de la ONU que definió su misión, y que tras la retirada de la coalición se debería informar al Consejo de los objetivos cumplidos.
“No entendemos la razón de ser de las bases militares. A muchos, y no sólo a nosotros, les da una impresión absolutamente justificada de que una infraestructura militar de este tipo no está destinada a dar una solución a la problemática local afgana, sino que tiene una aplicación más amplia y regional”, resumió.
