Las mujeres toman la palabra: ¿Por qué los hombres rusos beben?

© Foto : Mikhail Kharlamov/Marie Claire RussiaSvetlana Kolchik
Svetlana Kolchik - Sputnik Mundo
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Cada familia tiene un secreto, un esqueleto en el armario. El nuestro fue que mi padre era bebedor. No recuerdo momentos cuando no bebía, había empezado mucho antes de que naciera yo.

Cada familia tiene un secreto, un esqueleto en el armario. El nuestro fue que mi padre era bebedor. No recuerdo momentos cuando no bebía, había empezado mucho antes de que naciera yo. Era un típico borracho ruso, con frecuencia bebía antes, durante y después del trabajo. Su adicción lo privó de trabajo, amigos, salud, propiedad y finalmente, su matrimonio.

Los cortos períodos sobrios se trocaban en largos zapoi, expresión en ruso que describe las borracheras que puede durar días, hasta semanas. A veces el zapoi de mi padre coincidía con acontecimientos estresantes, por ejemplo cuando yo, adolescente en aquel entonces, me iba para Estados Unidos por un año al ganar un programa de becas del Departamento de Estado, mi padre estaba demasiado perdido para acompañarme al aeropuerto.

En otros casos parecía que no había causas evidentes para sus borracheras, ya que mi padre tenía una vida mucho más fascinante que la de un soviético común. Doctor en historia graduado de la Universidad Estatal de Moscú, autor de libros, editor de importantes revistas, hablaba tres idiomas, viajaba por Europa regularmente, incluso en el apogeo de la guerra fría.

En cuanto la primavera y el calor llegan a las ciudades rusas, las calles se llenan en seguida con todo tipo de borrachines. Unos beben a sorbos su cerveza en lata para relajarse tras el trabajo. Otros prefieren algo más fuerte, solos o en compañía, para celebrar algo, o sin razón. Pero algunos parecen tan cargados que se desmayan en medio de la calle (eso le pasó a mi padre varias veces.) Cada vez que veo a estos hombres, con frecuencia guapos y decentes, me pregunto: “¿Por qué mi padre bebía? ¿Por qué los hombres rusos beben?”

Y se me ocurren ciertas explicaciones. Una es el clima. ¿Cuántos días de sol tenemos en comparación con otras ciudades? Y el vodka de verdad calienta muy rápido. Otra es la historia. Nosotros nos acostumbramos a beber antes de la Revolución Socialista y muchos dicen que la adicción al alcohol está en nuestros genes. Además el estrés. La inestabilidad. Y el alcohol es el más barato analgésico, antidepresivo y relajante.

La verdad es que las borracheras de mi padre alcanzaron su máximo cuando la Unión Soviética empezó a desmoronarse. Informes revelaron que el abuso de alcohol duplicó en Rusia entre 1987 y 1994 y se convirtió en la causa principal de la mitad de las muertes entre la población masculina. Pero los mismos factores forman parte de la vida en muchos países.

Estocolmo y Vancouver no son más calurosos que Moscú y la incertidumbre global provocada por la reciente crisis económica no ha sido cosa de risa. Pero Rusia sigue siendo el mayor consumidor de alcohol, superando dos veces el promedio del consumo mundial. La esperanza de vida de la población masculina es comparable con la de los países más pobres, ya que un 50% de las muertes masculinas se debe al exceso alcohólico.

A mí personalmente no me gusta especular sobre la infinita profundidad y complexidad del alma rusa. Pero a la hora de investigar las razones de la propensión de mis compatriotas al alcoholismo, se me ocurre la imagen de Evgueni Oneguin, protagonista de la obra famosa del escritor y poeta ruso Alexandr Pushkin. Este personaje era un aristócrata ostentoso del siglo XIX que padecía de una forma grave de hipocondría, buscaba consuelo en viajes sin propósito y vanos amoríos. Me parece que muchos chicos rusos tienen la misma forma de hastío, manifestada en la misteriosa falta de optimismo y del gusto de vivir. Y ya que la mayoría de nuestros hombres carecen de dinero comparable con el de Oneguin y de su móvil, el alcohol se convierte en el medio de distracción más accesible.

No obstante, en Rusia se supone que los hombres tienen que saber tomar el alcohol en cantidades enormes. El que no se atreva se califica de poco viril o perdedor. Cabe mencionar la famosa canción rusa que dice: “Mi amigo no bebe ni fuma, me gustaría que bebiera y fumara, así le visitaría con más frecuencia”.

Según sicólogos, para muchos hombres rusos, especialmente los que fueron criados por madres solitarias, el alcohol aumenta la autoconfianza. “En medio de la crisis de la familia y la alta tasa de divorcios, el alcohol se convierte en un sustituto de amor”, dice la terapeuta moscovita Olga Danilina, que tiene clientela predominantemente masculina. “Les da a los hombres la sensación de protección y seguridad que les faltaba mientras los criaban sus madres que trabajan y en la lucha por la supervivencia se hicieron inseguras y depresivas.

“Sólo cuando estoy borracho me acepto a mí mismo”, mi padre confesó a mi madre un día. No ha tocado el alcohol en más de un año y nos hemos hecho más próximos. Hice las paces con mi padre, pero no es porque dejó de emborracharse, sino que porque la borrachera es parte de lo que es.

Pero veo muy prometedor a la joven generación de los hombres rusos que viven en una época de más oportunidades y fuentes de inspiración que la de mi padre.

 Además, espero con impaciencia que el gobierno imponga medidas de restricción al consumo del alcohol. La reciente ley que prohíbe la venta de alcohol de las 22.00 a las 10.00 no es medida suficiente para un país donde ciertos hombres pueden emborracharse con agua de colonia o anticongelante, o el potente brebaje casero llamado samogón.

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*Svetlana Kolchik es directora adjunta de la edición rusa de la revista Marie Claire. Se graduó de la Universidad Estatal de Moscú, facultad de Periodismo, y la Universidad de Columbia, Escuela de Estudios Avanzados de Periodismo, colaboró para el diario Argumenti I Fakti en Moscú y el USA Today en Washington, con RussiaProfile.org, ediciones rusas de Vogue, Forbes y otras.

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