Francia antes y después del escándalo de Strauss-Kahn

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Francia tiene ahora un nuevo centro de referencia política, el escándalo en el que se vio envuelto el político francés Dominique Strauss-Kahn.

Francia tiene ahora un nuevo centro de referencia política, el escándalo en el que se vio envuelto el político francés Dominique Strauss-Kahn.

El país, sus políticos y sus partidos empiezan a notar el impacto de lo ocurrido el pasado 14 de mayo en Nueva York con el Director Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI),  y potencial candidato a la presidencia francesa en las elecciones de 2012 por el Partido Socialista, Dominique Strauss-Kahn, de 62 años de edad.
El Partido Socialista convocó el pasado 17 de mayo una reunión extraordinaria con el objetivo de elaborar un plan de acción para celebrar el mes que viene las elecciones “primarias” para designar a su candidato presidencial. La pregunta es ¿a quién elegir como candidato?

Y en estos momentos es una gran incógnita quién es el favorito de cara a las elecciones presidenciales de 2012 en Francia.
Los socialistas han tenido que abandonar toda esperanza de que Strauss-Kahn fuera la figura salvadora que acabase ocupando el lugar de Nicolás Sarkozy en el Palacio del Elíseo, convirtiéndose en el presidente del país. Y sólo sería el segundo presidente del Partido Socialista: el primero fue François Mitterrand, hace 17 años.
 
¿ Strauss-Kahn fue víctima de una conspiración?

Hay quienes se hacen la pregunta de si en el caso hubo cierta intervención de Nicolás Sarkozy. ¿No se tratará de una conspiración o, como suelen decir los políticos para no acabar en los tribunales, una “manipulación” o una “provocación”? Se hacen esta pregunta políticos centristas y los de derechas y los de izquierdas.
 Sólo no se la hace la Administración presidencial. Y es de entender: asegura la prensa parisina que los miembros del equipo de Sarkozy han recibido la estricta indicación de no expresar ninguna muestra de alegría por el arresto de Strauss-Kahn e insistir a todas hora en su presunción de inocencia. No obstante, todos entienden quién sale ganando con este escándalo.

Por otra parte, cuesta imaginar que Sarkozy pudiera obrar de una manera tan directa contra su principal rival político.
Organizar la “operación camarera de hotel” en Estados Unidos habría costado tanto dinero y esfuerzo y en caso de fracaso, habría supuesto tal catástrofe para quien lo hubiera ideado, que sólo un loco se atrevería a hacerlo.

Además del “interés Sarkozy”, los aficionados a las teorías conspiratorias mencionan como posible autor a la administración de Barack Obama.
Ocurre que la política aplicada por Strauss-Kahn dentro del FMI, creaba muchos problemas para el exageradamente inflado presupuesto de Estados Unidos. No se explica, sin embargo, para qué había que arruinar la reputación de un directivo que en cualquier caso debía dimitir en un par de meses para dedicarse a las elecciones en su país.
 
Los tres problemas de Strauss-Kahn

Seguramente la explicación es mucho más fácil: aproximadamente un mes antes de la “catástrofe de Nueva York” el político manifestó en una entrevista al diario parisino “Liberation” que tenía tres obstáculos en su camino hacia la presidencia “la Pasta, las mujeres y su sangre judía…” La pasta, es decir, su considerable patrimonio que lo recibió de su tercera mujer; la sangre judía se ve que no constituye mayor problema; y, sin embargo, las mujeres…

La fogosidad de Strauss-Kahn se ha convertido en Francia en motivo de bromas, incluso en tema de los programas humorísticos en la tele y en la radio.
En 2008, la administración del FMI le amonestó por estar conviviendo con una empleada húngara de la entidad.
Así que ha habido líos: serios y no tanto. Y también denuncias de acoso sexual.

No estaría nada mal si mañana resultara que no ha pasado nada o que se trata de algún tipo de “juego sucio” del presidente Sarkozy, de los estrategas de su campaña electoral o algún asesor que actuó por iniciativa propia y sin avisar al presidente.

En este caso Dominique Strauss-Kahn entraría en el Palacio del Elíseo con toda pompa, pero no parece posible.

La verdad es que la policía de Nueva York es bastante dada a la teatralidad y a los efectos especiales: es un rasgo característico de toda la policía estadounidense. Además, es propensa a pasarse con el uso de la fuerza y a veces se comporta de manera violenta: es de entender ya que viven y trabajan en Nueva York.

Sin embargo, nadie dudaría de su profesionalidad ni de los cargos formulados contra alguien. A día de hoy, contra Strauss-Kahn se han formulado siete cargos; si es considerado culpable de todos, le podrían condenar a hasta 74 años de prisión.

En Francia hay quienes consideran que los políticos franceses se han dejado llevar por la confianza en su impunidad,  por cosas que, en su país, ni si quiera pueden considerarse conductas inapropiadas.
Pero en Estados Unidos este tipo de cosas no se perdonan. ¿Es posible que esté aquí la razón de la caída en desgracia de Strauss-Kahn?

Christophe Deloire, autor del escandaloso libro Sexus Politicus (huelga decir de qué trata), ha escrito en Le Monde que quizá es hora de que Francia empiece a controlar y a mirar con otros ojos a sus políticos; a darse cuenta de cómo se comportan y cómo viven.
En los corredores del poder, sin embargo, parece reinar un libertinaje digno del siglo XVIII, con el resto del país haciendo como de que no se entera.
Sarkozy, por ejemplo, hizo toda la campaña electoral al lado de su mujer pero, inmediatamente después de resultar elegido en 2007, se divorció y se casó con Carla Bruni.
Su principal rival en aquellas elecciones, Ségolène Royal, hizo exactamente lo mismo con su pareja.

¿Es ésta la moral de nuestros políticos? –se pregunta Deloire. Pregunta que tiene, sin duda, un cierto tonillo moralizante, pero al mismo tiempo, poner el dedo en la llaga.

El FMI lo tiene claro

En el Fondo Monetario Internacional no disimulan que Strauss-Kahn no les interesa más, aunque nadie se atreve a hacer comentarios oficiales.
Al mismo tiempo se busca ya a posibles sucesores en el cargo: entre los pretendientes se cita al ex presidente y ministro de Finanzas del Reino Unido, Gordon Brown, al ex ministro de Finanzas de Turquía, Kemal Derwis, al presidente del Banco Central de Israel, Stanley Fisher, al Presidente del Banco Central de México, Agustín Carstens.

No obstante, como parece haber una especie de pacto no oficial con los Estados Unidos de nombrar para el puesto a un europeo, el nombre que más se repite es el de la actual ministra de Finanzas de Francia, Christine Lagarde.
Precisamente ella dijo en cierta ocasión durante la reunión con sus homólogos del G-20: “A veces me parece que en esta habitación sobra testosterona”. ¿Será la testosterona la que ha echado a perder a Strauss-Kahn?

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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